“Cuando llegó a mi casa rápidamente me desnudo, me ducho y no salgo de una habitación para intentar no contagiar a mi familia”, cuenta preocupada en plena pandemia del coronavirus una sanitaria de un centro de atención a discapacitados intelectuales en Zaragoza.

“Soy sanitaria y no sé ahora mismo si transmisora de la enfermedad”, añade tras asegurar que ya se ha dado un positivo confirmado entre el centenar de ‘chicos’, así llama ella a los internos, que residen en el centro donde trabaja actualmente.


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Desde la vigencia del Real Decreto que dictó el actual estado de alarma en el que vive el país por esta pandemia, Estela no ha dejado de ir a su puesto de trabajo. Es personal esencial pero le preocupa que, con el paso de los días, su salud física y mental, como la de los internos y sus compañeros, se esté deteriorando.

“Vivimos una situación dura, de estrés permanente, y sin saber, cuándo sales y vas a casa, si has podido contagiarte”, cuenta.

Asegura esta sanitaria que tras el positivo por Coronavirus en la residencia hay diez más en cuarentena por contacto con el afectado. “Además hay que contar que otra decena de trabajadores han presentado síntomas y están en sus casas”, añade.

En este centro especializado están intentando contratar a personal ante el aumento de bajas en la plantilla. “Se buscan perfiles adecuados pero son pocos los que quieren trabajar ahora mismo aquí”, detalla con sinceridad Estela.

A los residentes les explican por qué deben permanecer en el centro sin poder salir, algo que cada día que pasa resulta más complicado.

“Nos dicen, ‘¿Un bicho en la calle? Yo solo quiero ver a mi familia’. Es complicado que lo entiendan porque no llevan bien que las visitas de sus familiares se hayan suspendido”, asegura.


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Aunque no reciban visitas sí que pueden hablar con ellos o mantener una videoconferencia tantas veces al día como ellos quieran.

“Hablan con ellos pero no es lo mismo porque el contacto físico con estos chicos es vital. Su madres y padres están preocupados e inquietos no dejan de llamar a enfermeras y auxiliares para saber cómo se encuentran sus hijos”, explica Estela.

EL RIESGO QUE PROVOCA EL VIRUS

Desde la organización Plena Inclusión Aragón señalan que parte de las personas con discapacidad intelectual presentan otras patologías de base y algunas de ellas son muy propensas a neumonías o bronquitis.

En el centro en el que trabaja esta sanitaria los internos no superan los 60 años de edad. “Aunque son jóvenes algunos presentan otras patologías que les convierten en unos de los colectivos más vulnerables al virus”.

Otro de los problemas que encuentra Estela es el de hacerles entender que deben extremar su higiene personal. “Siempre colaboran pero al vernos más tensos con estos aspectos ellos mismos lo perciben y acaban mostrándose más reacios”, explica.


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Además de la higiene, otra de las maneras de combatir este virus es la protección física.  “No tenemos equipos EPIS y usamos bolsas de basura que con las que nosotras mismas nos confeccionamos protecciones”, admite Estela que también cuenta que la mayoría del material que les llega es a través de donaciones desinteresadas de particulares.

“Solo pedimos el material necesario para trabajar sin que ninguno, ni los chicos ni nosotros, corramos riesgos, de lo contrario, viendo cómo está la situación, tememos que continúe empeorando y se den más casos”, se lamenta esta sanitaria.