El nuevo Justicia de Aragón, Ángel Dolado, prometió ayer su cargo ante el pleno de las Cortes, donde se comprometió a ser una figura «social y no política», con el anhelo de generar «confianza» y tener «reputación, que no notoriedad», así como a mantener su casa abierta a todos los aragoneses.
Así lo aseguró en la sesión plenaria especial que han celebrado las Cortes de Aragón para la promesa del cargo por parte de Dolado, quien después, en un acto celebrado en el Salón del Trono del Palacio de La Aljafería, tomo posesión ante la Mesa y Junta de Portavoces del Parlamento y varias decenas de invitados.
LOS RETOS
Dolado detalló algunos de sus principales objetivos y retos, que nacen, ha dicho, de la «real preocupación» por los derechos y libertades de los aragoneses.
Entre ellos, potenciar la defensa de la infancia, con la creación de una oficina específica; impulsar acuerdos en Educación, Sanidad y Despoblación; defender el aragonesismo que encarnan José Antonio Bolea y José Antonio Labordeta; garantizar los principios de transparencia e integridad como medios para un buen gobierno, o afrontar la «necesaria reestructuración» del personal de la institución, especialmente en lo que respecta a cargos de elección directa.
Además, Dolado desea que el Justiciazgo sea un espacio para la mediación, como medio complementario para la solución de conflictos previo a la jurisdicción, y pretende potenciar el Derecho Civil Aragonés para lograr una versión del Derecho Foral adaptado al Aragón del siglo XXI.
Ofreció, por otro lado, su «absoluta lealtad» personal e institucional en un marco de relaciones donde prime la palabra dada y se respeten los acuerdos, aunque sean estos verbales.
Su deseo, según confesó, es que todos los aragoneses defiendan la institución del Justicia, que sientan que la figura «es imprescindible» porque les representa cuando están «desamparados».
UN JUSTICIA SOCIAL
El nuevo Justicia tuvo un especial recuerdo para sus orígenes humildes, al recordar que es hijo de un emigrante, un pastor soriano que salió «con dolor» de su tierra para «sobrevivir en una tierra de oportunidades» como Zaragoza.
Orgulloso valedor del barrio Oliver de Zaragoza, en cuya escuela e instituto públicos estudió, según ha recordado, Dolado precisó que formó su personalidad y espíritu crítico en una España en transición «donde el principio de igualdad de oportunidades estaba quizá más garantizado que hoy».
Su nombramiento demuestra, enfatizó ante los diputados, que «es posible que cualquier aragonés pueda llegar a ser Justicia sin pertenecer a las élites» y que acaben ganando las características profesionales «por encima de las facilidades que puedan dar unos determinados orígenes».
Recordó, además, a quienes le han precedido en la institución en la etapa democrática: Emilio Gastón, Juan Montserrat y Fernando García Vicente, así como al primer fiscal superior de Aragón, Epifanio López, ya fallecido, que fue su mentor.
Y puso en valor que por primera vez se haya elegido a un juez para este puesto, en el que se ha comprometido a ser «imparcial» pero no «neutro».
Los jueces, dijo Dolado, representan a una sociedad plural y son «el último bastión» en la lucha por los derechos fundamentales y el imperio de la legalidad.