El Guardia Civil Carlos Grande ya pasó un virus hace unos meses que afectó a su salud y hace poco más de un mes otro virus, el COVID-19, volvió a atacar su organismo. “Me lavaba las manos hasta quince veces en pocas horas y manteníamos la distancia de seguridad pero aún así caímos 3 casi el mismo día”, explica este guardia civil.


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A sus 43 años, y sin síntomas previos, salió a la calle a principios del mes de abril a apoyar a la USECI, la Unidad de Seguridad Ciudadana. “Yo estoy en Comandancia pero salimos varios a apoyar en calle y de treinta lo cogimos 7”, explica.

Tras unos días notándose “raro” decidió que lo que tenía no era alergia, ni gripe, era algo distinto. “Tenía moco pero no lo sacaba, la garganta me molestaba y luego llegó la fiebre”, recuerda Grande.

Al llegar a 39 grados de temperatura corporal decidió avisar a sus superiores y comenzó la cuarentena en casa. “Me han hecho un total de cuatro test hasta que en el último, el pasado 4 de mayo, di negativo”, reconoce Carlos.

“ME LO PASÓ UN ASINTOMÁTICO”

Carlos Grande siempre estuvo con los mismos compañeros y nunca ninguno presentó síntomas antes de notarse mal.

“A mi me lo pasó un asintomático porque sino no lo entiendo. Han sido 30 días exactos encerrado en una habitación con mi familia a unos metros y con el mínimo contacto”, explica este guardia civil.

Por suerte, reconoce, no tuvieron que ingresarle, algo que sí sucedió con otros compañeros. “Algunos perdieron en la UCI hasta 9 kilos y en mayor o menor medida arrastrarán secuelas psicológicas”, afirma.

Vivió la enfermedad más tranquilo que otros compañeros y asegura que los mandos se preocuparon mucho por él, pero considera que ahora, en su regreso al trabajo, deberían darle más seguridad para no volver a caer enfermo.

“Tenemos que saber quienes lo pasamos y quienes no y, sobre todo, quienes pueden tenerlo y no dar señales. Pero claro, por otro lado, creo que si hacen test masivos en el cuerpo al final no habría patrullas en la calle”, sentencia.