Una nueva crecida del Ebro, como todas las anteriores, ha vuelto a dejar sumergidas bajo el agua cientos de hectáreas de cultivos, ha ahogado animales y ha provocado daños en infraestructuras públicas y privadas a lo largo de toda la ribera, por lo que los afectados ya no piden ayudas, sino soluciones.

Agricultores y ganaderos culpan de esta situación que se reproduce con cada avenida del Ebro a los depósitos de áridos que se van acumulando en el cauce y que hacen que los daños de cada crecida, con menor volumen de agua, sean peores que la anterior.


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A la Denominación de Origen Cebolla de Fuentes el río se le ha vuelto a llevar parte de la cosecha, todavía pendiente de evaluar, pero según asegura, Daniel Molina, ha sido «bastante».

Afortunadamente y ante la demanda cada vez mayor de esta hortaliza, la Denominación de Origen había ampliado el número de hectáreas cultivadas, por lo que podrán salvar más producción que en 2015.

MENOS SUBVENCIONES, Y MÁS SOLUCIONES

Molina lamenta que pese a que los agricultores llevan años diciendo cuál es el problema, «no hay actuaciones hasta que ocurre el desastre».

«Prefiero no tener subvenciones pero que se actúe en el río«, ha confesado el presidente de la D.O Cebolla de Fuentes, quien por sus viajes para comercializar el producto por Europa sabe que «en Holanda no pasa esto» y que «en Alemania se convive con el río«.

«Queremos soluciones, no ayudas», sentencia Daniel Molina.

La alcaldesa de Fuentes de Ebro, María Pilar Palacín, también se ha referido al daño a esta D.O en la que la producción será «considerablemente menor» de la esperada en una temporada que se preveía «importantísima» antes de la crecida del Ebro.

Palacín ha alertado asimismo de que si finalmente se daña la gran acequia que comparten Fuentes y Quinto de Ebro las huertas de la zona se quedarán sin poder regar todo el verano.

Desde la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), su secretario general, José Manuel Roche, ha incidido en la «desesperación» de los afectados y ha advertido de que si no se adoptan soluciones entre políticos, ecologistas y administración y se limpia el río, «se está poniendo en riesgo el único modo de vida de cientos de explotaciones de la ribera«.

Mientras los responsables de la organización agraria recorren el territorio afectado para evaluar los daños, UPA ya ha solicitado a Agroseguro que realice una rápida peritación para «inyectar liquidez» a los agricultores y ganaderos, «cansados de que cada dos o tres años se repita lo mismo».

MÁS DE 150 MILLONES EN DAÑOS

Según Roche, «tras las riadas se arreglan las motas, los riegos y se vuelve a encauzar el río por su sitio, pero sigue lleno de grava, isletas y matorrales«, al tiempo que culpa a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) de no informar «en tiempo y forma» y de facilitar medidas de caudales que «no son reales para poder tomas decisiones».

José Manuel Roche incide en que es una «situación desagradable» porque en los campos cultivados ya habían aplicado los abonos y productos fitosanitarios que ahora se han ido con el agua.

Roche calcula que los daños serán similares a los de la riada de 2015, de entre 150 y 200 millones de euros, en los mismos cultivos (cereales de invierno, hortalizas y alfalfa) y en las mismas granjas como la de cerdos de Villafranca, que ha perdido más de 1.000 animales.

Daños a los que se suman los sufridos por infraestructuras privadas (instalaciones de riegos, motores o bombas) como públicas (motas, caminos y riegos comunales).


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La responsable de Asaja Zaragoza, Emilia Guillén, también estima que los daños en cultivos, explotaciones e infraestructuras serán similares a los de la avenida de 2015, cuando se anegaron 12.000 hectáreas de tierras, por lo que ha insistido en la necesidad de que los ecologistas no pongan «tantas trabas» a la limpieza del cauce ni judicialicen la construcción de embalses.

Respecto a los daños en cultivos, Guillén ha apuntado que dependerá de la duración de la riada y del tiempo que pasan sumergidos, pero no ha negado que están «preocupadísimos» por las consecuencias.

La punta de la avenida de 2015 arrastró a su paso por Zaragoza un caudal de 2.448 metros cúbicos por segundo y una altura de 6,1 metros, mientras que en la que llegó ayer a la capital tuvo un caudal de 2.037,4 metros cúbicos por segundo y una altura de 5,6 metros.