El vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, ha afirmado hoy, tras la comparecencia del presidente cesado de la Generalitat, Carles Puigdemont, que «no solo es ridículo», sino que es «patético», «esperpéntico», «penoso» y se ha convertido en «un personaje de Valle-Inclán«.

En declaraciones a los medios con motivo de una conferencia ofrecida en Zaragoza en torno a los nuevos políticos actuales, Casado ha lamentado el «esperpento» ofrecido por el expresidente en Bélgica, que cree que los catalanes no merecen.


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Los catalanes, ha continuado, no merecen a una persona que ha pedido a los ciudadanos que salgan a la calle, a los funcionarios que arriesguen su plaza o a los Mossos que pierdan su placa para luego irse «con nocturnidad y alevosía» a Bruselas a hacer «el ridículo«.

Del mismo modo, dado que Puigdemont es de «apelaciones históricas», le ha instado a escuchar al expresident Tarradellas cuando decía que «en política se puede hacer de todo menos el ridículo«. El dirigente popular ha recordado que España es un país donde se cumplen todas las garantías democráticas, excepto durante su gobierno, razón por la que ha sido cesado.

RESPONSABILIDADES CON LA JUSTICIA

«No es ya presidente de la Generalitat. Ni en Barcelona, ni en Bélgica, ni en Australia«, ha insistido. Puigdemont es, por tanto, un «ciudadano de a pie» que tiene que cumplir con sus responsabilidades con la Justicia como hace todo el mundo, y le ha pedido que no lleve su conflicto al resto de Europa, porque va a recibir la misma respuesta, un «portazo sonoro».

«No es ya presidente de la Generalitat. Ni en Barcelona, ni en Bélgica, ni en Australia»

Sin embargo, ha recalcado que Puigdemont, el exvicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, «son el pasado y su futuro lo van a determinar los tribunales«, y ha exigido al president cesado que deje de someter a esta «crispación» a la sociedad española, porque ya va a haber unas elecciones el 21 de diciembre que él no tuvo «coraje» de convocar.

Pablo Casado, durante el encuentro con ADEA en Zaragoza / H.A

Debe también respetar el resultado de esos comicios y el proceso hacia esas elecciones y ya solo tiene que preparar su declaración con motivo de la querella presentada por la Fiscalía General del Estado, ha añadido.

LAS FUTURAS ELECCIONES

Previamente, Casado ha confiado en que del proceso electoral abierto a través del artículo 155 de la Constitución salga un proyecto de «reconciliación» en el que los partidos que creen en la unidad de España y en una Cataluña fuerte en Europa puedan decir por primera vez «alto y claro» que quieren «vivir juntos» y se hable de lo que a la gente le preocupa de verdad.

Ha querido también mandar un mensaje de tranquilidad, ya que España ha logrado todo el apoyo de la comunidad internacional y ha demostrado que era «mentira» que el «procés» fuera a traer una Cataluña más próspera, después de que se hayan marchado más de 2.000 empresas, así como que la fractura social se produciría antes entre los propios catalanes, que es la «máxima responsabilidad» de los dirigentes secesionistas.


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Por tanto, ha considerado que lo que tiene que hacer Puigdemont es dejar que los demás reconstruyan «la concordia» y que su propio partido presente un proyecto de «reconciliación» el 21-D en lugar de la «utopía suicida» de la independencia, que se ha demostrado «imposible y muy perjudicial para todos».

EL PAPEL DE PODEMOS

Por otro lado, Casado ha aprovechado para hacer una apelación a Podemos, al que ha acusado de ser «tibio» y de proyectar una «equidistancia que se convierte en complicidad«, algo que ha extendido también a los llamados «alcaldes del cambio», como la de Barcelona, Ada Colau, Zaragoza, Pedro Santisteve, o Madrid, Manuela Carmena, a quienes ha afeado que «hasta la alcaldesa de París (Anne Hidalgo) defiende más a España que ellos«.

Según sus palabras, la formación morada debe decidir si está del lado de los que defienden la Constitución, la unidad de España, los derechos y libertades y la igualdad de todos los españoles, o si prefiere estar en el lado de la «complicidad» con los secesionistas, que «no creen en la igualdad dependiendo de donde vivas» ni en la prosperidad económica y sí en la independencia y la «ruptura social»