El ‘tufo del vino‘, así llamado en el sector vitícola, es como se conoce al CO2 que se desprende cuando se realiza la fermentación alcohólica en la producción del vino. En esta fermentación se genera CO2, alcohol y calor. En algunas ocasiones, muchísimo calor.

El cuidado debe ser tal al inspeccionar las tubas de vino que, si se trata con poca precaución, la peligrosidad de este gas produce una rápida pérdida de la consciencia. Y si no se interviene de inmediato en el afectado, fallece en pocos minutos.


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El conocido como ‘tufo del vino’ es extremadamente peligroso. Por la inhalación de éste han fallecido multitud de personas, si que es cierto que con más intensidad hace décadas. El efecto que produce en el aire hace que no se aprecie el olor. Y con tanto volumen de CO2 (y no tanto de oxígeno) es inevitable sufrir mareos, y al poco tiempo la muerte por ahogamiento.

En las bodegas más antiguas, donde no existen los sistemas de ventilación pertinentes -y exigidos por la ley-, es recomendable inspeccionar las tubas con una vela encendida al calado subterráneo. En caso de que la vela se apague, porque no realiza la combustión por falta de oxigeno, habría que salir de la zona de inmediato.

También es posible, y de una manera más eficaz, descender con un detector portátil de gases al interior de la bodega o de la tuba. Otra ayuda para prevenir esta situación son los equipos de respiración autónoma.