El alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, ha descartado viajar a China a finales de mes para evitar que se reavive la polémica que provocó su anterior desplazamiento internacional, efectuado a Chile durante los días de la crecida del Ebro a su paso por la capital aragonesa.

Y también, tras la publicación de que el coordinador del grupo municipal de Zaragoza en Común en el Ayuntamiento viajara -junto a su pareja, y también cargo de Podemos- a Nueva York con dinero público.


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Fuentes municipales confirman la decisión de Santisteve, transmitida personalmente por él a la Embajada de China en España y a la organización del congreso de turismo al que iba a asistir, en la ciudad de Zhengzhou, entre los días 25 de mayo y 2 de junio.

Según las mismas fuentes, la decisión «no ha sido fácil«. Ya que una de sus prioridades en materia de turismo, apuntan, se localiza precisamente en China.

Desde ZEC se había depositado en el congreso citado grandes expectativas, dadas las altas cifras de turistas que tiene la ciudad de Zaragoza.

De hecho, el volumen de turistas chinos que desembarcaron en Zaragoza durante 2017 fue por primera vez superior al de turistas franceses. Más del 16 por ciento de las personas extranjeras que acudieron a conocer la ciudad el año pasado provenían de aquellas tierras orientales.

También es notorio el vínculo comercial, como prueba la conexión ferroviaria directa con Zaragoza, lo que encumbra a la capital aragonesa como nudo logístico de la península.


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Otro factor decisivo que ha inclinado la balanza hacia el «no», ha sido la fecha de los plenos municipales, que coincidirían con los días del viaje a China.

«Dar el visto bueno a inversiones importantes para la ciudad durante el pleno y que el alcalde se encuentre en China puede resucitar la polémica«, explican las mismas fuentes.

El alcalde, apunta otra fuente del mismo grupo, está «molesto» por tener que renunciar al viaje a China, que es «primordial para Zaragoza», añade, pero al mismo tiempo tiene claro que otra polémica por un viaje internacional puede resultar tan «perjudicial», o más, que el de Chile.