No es que nos enfrentemos a una novedad desconocida, pero nuevamente estamos ante otro ejemplo de una cobertura mediática sonrojante debidamente aderezada con esa taberna virtual que son las redes sociales en las que todo el mundo se siente legitimado a opinar tenga o no la más puñetera idea de lo que habla.

Me refiero, naturalmente, al caso del juicio por la violación múltiple durante los sanfermines, conocida como el juicio de ‘La Manada’.

Cargados de buenas intenciones en la mayor parte de los casos y otros, presas del más burdo sensacionalismo; periodistas, opinantes, políticos y tuitstars de todo pelaje llevan días mesándose el cabello ante el desarrollo de los acontecimientos judiciales actuando de una manera poco prudente como caja de resonancia de lo que, a fin de cuentas, no es más que una estrategia de defensa, burda y de poca enjundia.

«Esa taberna virtual que son las redes sociales en las que todo el mundo se siente legitimado a opinar tenga o no la más puñetera idea de lo que habla»

Una estrategia basada en demostrar, por la conducta posterior de la víctima, un supuesto consentimiento.

Olvidan quienes se muestran escandalizados por esto que el derecho a la defensa de un acusado es un derecho fundamental absolutamente irrenunciable y que nadie, por inmoral y desalmado que sea (y los acusados lo son, no hay más que leer sus vomitivos whatsapps) está obligado a declararse culpable (aunque lo sea) y a renunciar a su defensa.

Una defensa que como digo, es jurídicamente torpe y difícilmente sostenible, pero que el Tribunal debe permitir con el único límite de la ley (no de la moral) si no quiere que su sentencia sea revocada.

«Lo que sería un mal trago para la víctima durante el tiempo en que ha de asistir al juicio, se traduce en una sobre exposición mediática delirante«

Pero, además de esto, tanta repercusión produce un efecto indeseado. Lo que sería una estrategia de defensa discutible y con seguridad poco exitosa, se ha convertido en un debate nacional.

Lo que sería un mal trago para la víctima durante el tiempo en que ha de asistir al juicio, se traduce en una sobre exposición mediática delirante, llena de medias verdades, bulos y opiniones de baratillo a todas horas. Total, para llegar al punto donde muy posiblemente habríamos llegado sin tanto debate: a una condena muy severa para los cinco presuntos violadores.

¿Hacían falta tantas alforjas para este viaje? No aprendemos.