Estamos en momento presupuestos en las Cortes de Aragón y el cuatripartito dice que va a tener casi 7.500 millones de euros para gastar. El segundo año que más, presume Anadón. Y además, nos dicen, la mitad es para “gasto social”.

Algunos aplauden y se creen la foto. Pero, antes se coge a un consejero de Hacienda que a un cojo, sobre todo si el presupuesto se basa en tres grandes mentiras.

La primera es la falacia del “cuanto más mejor”. Nos han enseñado que gobernar es gastar y que gastar más demuestra mayor preocupación por la política que sea. Solo importa el input, no los resultados ni la eficiencia ¿Para qué complicarse en gestionar?

La segunda es el mantra “del gasto social”. No hay presupuesto que se presente que no sea anunciado, a bombo y platillo, como el más social. Y contablemente podrá ser así, pues los programas de gasto de Educación Sanidad y Ciudadanía requieren la mitad del presupuesto. Pero todo ello es gasto social en la contabilidad, no en la realidad.

¿Realmente es gasto social todo lo que va en aquellas partidas? ¿Redunda todo lo allí presupuestado en fines sociales, como una mejor atención al alumno o al paciente? Redecorar el despacho del consejero, contratar asesores, dar moscosos a los funcionarios o subir los complementos de médicos o profesores podrá, o no, ser oportuno pero, en cualquier caso, eso no es gasto social.

Y la tercera mentira es la contable: ni se ingresa ni se gasta todo lo que sale en la foto. Se hinchan los ingresos para poder gastar más y luego, cuando no llegue, ya se aumentará la deuda. La rendición de cuentas brilla por su ausencia y así debemos ya 9.255millones de euros. Y subiendo.

Por esto último, tanto interés como el debate de presupuestos, debería tener un debate, a posteriori, sobre la ejecución real del presupuesto, donde se muestre cómo gastan (o malgastan) nuestro dinero nuestros gobernantes.

Eso ya lo examina la Cámara de Cuentas, que hace poco presentó en las Cortes su informe de la Comunidad Autónoma. La Cámara nos recuerda, entre otras cosas, que el Gobierno de Lambán “incumplió los objetivos de estabilidad presupuestaria, regla de gasto y periodo medio de pago a proveedores”, que gastamos 200 millones más de lo que ingresamos y, también, más en intereses de la deuda (que sigue creciendo) que en inversiones.

Además, nos dice que, por “dificultades burocráticas o de otro tipo” no se gasta todo lo presupuestado, que “no existe una planificación general y plurianual del gasto, ni un seguimiento del cumplimiento de los objetivos” y que hubo partidas en las que se ingresó menos de un 50% de lo estimado.

¿Se imagina que el responsable de presupuestos de una empresa se equivocase en más del 50%? Pues eso es lo que hay. Y ahora tienen para gastar 1500 millones más cada año que en la anterior legislatura (un 30% más). Alegría. Cuando volvamos tocar fondo y nos vengan otra vez con el mantra de la austeridad, recuerde que no es la austeridad lo que pone en riesgo el bienestar, sino el despilfarro.

Agustín García Inda @Aginda67