En otros tiempos, la calle Alfonso era la principal arteria comercial de la ciudad. En los locales de los elegantes edificios se agolpaban joyerías, peleterías, tiendas de moda, grandes almacenes, zapaterías…


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Comercios únicos que exhibían orgullosos en sus escaparates las tendencias de la época para deleite de zaragozanos y visitantes. Hoy, todo aquello pasó. Cerraron La Casa Blanca, la Campana de Oro, la pastelería Tupinamba, Calixto, los Almacenes El Águila, Hogar Moderno, los almacenes El Ciclón, los grandes almacenes Gay…
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Negocios que daban solera y que hacían única a Zaragoza gracias a su selecta oferta comercial, pero que han ido bajando la persiana por el cambio de hábitos de consumo, la rehabilitación de edificios para convertirlos en apartamentos turísticos, el alto precio de los alquileres o por la aparición de nuevos formatos comerciales en otros puntos de la ciudad, provocando un cambio radical en la imagen de esta antaño elegante vía. 

Tiendas cerradas en la calle Alfonso I

Negocios como máquinas vending han sustituido a los selectos negocios de antaño / HOY ARAGÓN

Este proceso de cambio sigue su rumbo de forma inexorable, acelerando su velocidad por culpa de la pandemia. Dando un paseo por esta céntrica calle podemos contar una veintena de establecimientos con la puerta cerrada y el cartel de ‘se alquila‘ colgado de sus escaparates apagados. Entre los últimos negocios cerrados, hay locales de hostelería como el Gran Café Zaragoza (que abría sus puertas en la antigua Joyería Aladrén), y tiendas como Hogar Básico, Calzados Muro, o la pastelería Tolosana.

Las últimas víctimas de esta cascada de cierres son la Joyería Martín Blasco, que acaba de anunciar su cierre porque en el edificio en el que abre desde 1896 van a construir apartamentos turísticos, o la Joyería Ginés, también en liquidación. Con estos cierres, apenas sobreviven ya comercios centenarios de los que dieron brillo y esplendor a la calle: entre ellos, destacan clásicos como La Parisien o Bellostas.

Tiendas cerrada en la calle Alfonso I

Una veintena de locales están cerrados en la calle Alfonso I / HOY ARAGÓN

Del resto, poco o nada queda, más allá de alguna fachada como la que ha conservado Frutos Secos El Rincón (aunque pintada en su amarillo corporativo), las vidrieras de El Real, en el chaflán de la Plaza del Pilar, o la fachada de madera del antiguo Hogar Moderno, un local que se alquila desde hace tiempo tras el cierre de esta otrora icónica firma en el mundo de la decoración y la cocina de nuestra ciudad. Zaragoza es inmisericorde con su pasado. Y con su patrimonio comercial no iba a ser menos.


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Ahora, da auténtica pena pasear por la antes elegante calle Alfonso. No solo por la desaparición de tiendas centenarias, o por la abundancia de locales cerrados. También por la aparición de nuevos negocios que en absoluto cuidan la estética y que emborronan la escena urbana de una de las calles más icónicas de la capital aragonesa.

Requiém por la calle Alfonso

La calle Alfonso llena de comercios que no guardan la estética tradicional de esta vía / HOY ARAGÓN

No hay más que darse un paseo por esta calle que une el Coso con el Pilar para comprobar cómo algunas fachadas de algunos de los nuevos negocios son un auténtico homenaje al feísmo y al mal gusto. Tiendas de carcasas, rótulos horribles e incluso máquinas de vending ocupan los bajos de los edificios con colores y diseños estridentes, acompañando a la falta de criterio del Ayuntamiento a la hora de disponer el mobiliario urbano. 

NO TODO VALE

De hecho, choca mucho la inacción municipal ante este atentado contra el patrimonio comercial y la estética de esta calle que fue construida en 1865 para convertirse en el escaparate de nuestra ciudad.

Este Ayuntamiento, que acierta por estar un poco más preocupado por la estética de la ciudad que corporaciones pasadas al desarrollar políticas como plantar miles de árboles y flores para embellecer la ciudad , debería tomar alguna medida urgente para frenar el deterioro estético de esta calle, en la que apenas quedan ya negocios de capital aragonés, con la excepción de tiendas como las ya mencionadas La Parisien y Bellostas, además de Grillo Regalos, Cámara Ópticos o Aloi Shop, entre otras.

Porque al margen de plantar flores (que también está bien), o plantear reformas de plazas como la de Santa Engracia o la creación de supermanzanas, el Ayuntamiento debería aprovechar esta caótica situación de la calle Alfonso para poner un poco de orden y establecer una normativa sobre rótulos y fachadas comerciales en el Casco Histórico.

Sin duda, está bien catalogar y proteger fachadas de comercios centenarios, pero no deberíamos quedarnos ahí: debería imponerse ya la idea de que no todo vale a la hora de abrir un negocio en esta calle.


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Es absolutamente incomprensible que en un entorno de alto valor patrimonial e histórico como la calle Alfonso, cada local decida cómo es su fachada, rompiendo la unidad estética y el más mínimo sentido del buen gusto en una vía que debería estar protegida en su conjunto.

Esperemos, por el bien de la ciudad y del patrimonio comercial, que el Ayuntamiento de Zaragoza tome medidas para intentar que la calle Alfonso recupere el esplendor del pasado y frenar así la degradación definitiva de esta vía que se está convirtiendo en un pastiche sin personalidad plagado de de rótulos horribles.
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