En estas últimas semanas todos estamos comprobando que un virus que se ha hecho “viral” no entiende de clases sociales, ni de credos religiosos, ni de nacionalidades, ni de fronteras, ni de economías. Un virus que nos mata, por faltarnos algo que, podríamos decir, no vale nada: el aire.


Publicidad


Pero también, este maligno bicho trae además de enfermedad, pérdidas, miedo e impotencia, un lado menos oscuro, pero no por ello menos grave, un parón económico que conlleva la destrucción del tejido empresarial y la pérdida de empleo.

El máximo exponente de nuestro tejido empresarial, los autónomos, ha perdido sólo en el mes de abril más de 41.000 empresas de las cuales 1.223 son aragonesas. 1.200 familias que han perdido su sustento. Y el de sus trabajadores. Recordemos que en Aragón creamos un tercio del empleo y además vertebramos muchas de nuestras pequeñas localidades.

Nuestra región es diversa y dispersa con grandes núcleos urbanos que cuentan con todos los servicios y con pequeños municipios que tienen en sus autónomos y sus comercios de toda la vida un salvavidas que no podemos dejan hundir.

Y los que siguen en pie viven una montaña rusa de dudas e inseguridades. Cada nuevo día traía una nueva normativa, sin importar que fuera domingo, que fueran altas horas de la noche… y a veces aún sufriendo que fuera domingo y altas horas de la noche porque se ha legislado en el último minuto, se ha corregido en el último segundo, se han concedido aplazamientos cuando ya estaba todo pedido.

«Los autónomos en Aragón creamos un tercio del empleo y además vertebramos muchas de nuestras pequeñas localidades»

Ante una situación de hibernación de actividad, de confinamiento por responsabilidad, por salud, el antídoto aplicado por el Gobierno central no ha sido el más efectivo y además, se ha aplicado a cuenta gotas.

Las limitaciones de la norma reguladora o más bien, la falta de voluntad de quienes las han elaborado, ya que las normas no se recolectan de los arboles, solo permitirán ser beneficiarios del cese extraordinario de actividad al 30% de los negocios cerrados.

Y ahora en momentos de desescalada pero sin libertad de movimientos, hay muchos sectores que no van a recuperarse antes de finalizar la primavera, ni siquiera es posible que se hayan recuperado cuando pase este calor que esperamos para que frene la pandemia y devuelva a las calles ya nuestros negocios la vida que nos arrebata.

Y para dar la puntilla, a pesar de que había consenso en las Cortes para ayudar a los autónomos, el Gobierno de la Comunidad de Aragón sigue mirando para otro lado. No han puesto en marcha medidas de estímulo a la economía y de apoyo real a los autónomos en estos momentos tan complicados.

Los autónomos queremos trabajar, con seguridad sanitaria sí, pondremos todas las medidas, pero si no nos dejan necesitamos que se nos tenga en cuenta, que nos apoyen porque luego querrán que creemos empleo y que paguemos nuestros correspondientes impuestos.


Publicidad


Si a este débil y escaso antídoto, le añadimos la dificultad en el acceso al crédito, la tardanza de la moratoria de las obligaciones tributarias del primer trimestre, el cobro de la cuota de marzo y la cercanía del pago de la próxima cuota con el cajón vacío, el resultado en los negocios y hogares de autónomos aragoneses va a ser demoledor en las próximas semanas.

Y no sólo quedará ahí, el efecto colateral que la destrucción del tejido empresarial traerá al empleo, al consumo y a nuestra economía será muy grave. Si esto sigue así, si no se toman medidas contundentes, si no se amplían las ayudas y se tiene altura de miras, más de medio millón de autónomos cerrarán sus negocios antes de las campanadas en toda España.

Es evidente que la recuperación de la actividad, va a ser muy gradual, difícil y no sabemos en qué condiciones. Los autónomos necesitamos que nuestros gobernantes entiendan que además de la salud, que es lo primordial, sin tejido empresarial no se mantendrá y creará empleo, no avanzaremos.

*Presidenta de ATA-Aragón