Vivimos una crisis sin parangón desde la Segunda Guerra Mundial, cuyo horizonte final aún no divisamos. Pasarán los años y seguiremos recordando este durísimo trance, del que hace apenas dos meses teníamos pocas señales.

Porque, pese a que ahora vemos evidencias por todas partes, nadie fue capaz de prever la magnitud de la catástrofe. “Un microbio ha derribado toda nuestra arrogancia”, afirma con elocuencia el periodista británico Martin Wolf en el diario Financial Times, al denominar a esta época ‘Antropoceno’, dimos por hecho que éramos todopoderosos y resulta que teníamos pies de barro.


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Hay algo más duro aún que perder a un ser querido, y es hacerlo sin poder despedirnos de ellos, sin poder siquiera acercarnos a ellos. Nada va a poder compensar cada una de esas tragedias individuales, cuyo número supera las 20.000 en España, más de 500 de ellas en Aragón.

Quienes ocupamos puestos de responsabilidad en los gobiernos debemos aceptar que hemos podido cometer errores; ahora es momento de poner todo nuestro empeño cómo salir de esta situación crítica, pero es algo sobre lo que tendremos que volver en el futuro. Lo único que podemos hacer es pedir disculpas y trasladar que hacemos todo lo que está en nuestra mano, hasta el desmayo si es necesario, en poner fin a esta crisis social lo antes posible.

«Nada va a poder compensar cada una de esas tragedias individuales, cuyo número supera las 20.000 en España, más de 500 de ellas en Aragón»

Hay que decir que no todo está ni mucho menos perdido. El 13 de marzo se decretó un estado de alarma con las medidas de confinamiento más drásticas de Europa, que han motivado el cierre casi por completo del país.

Y la sociedad española ha respondido de forma admirable. Aunque con frecuencia tiremos piedras contra nuestro propio tejado y recelemos de nuestra capacidad para la disciplina, la diligencia con que hemos asumido el aislamiento es digna de admiración.

En Aragón, además de esto, hemos abierto una senda que conocemos bien: la del diálogo, la cooperación y la transparencia. Fruto de ello es, por ejemplo, la colaboración con el tejido empresarial para obtener material sanitario en el mercado y para centralizar el reparto en un Almacén Central en el polígono logístico de PLAZA, o la reunión este viernes entre partidos políticos, agentes sociales y la FAMCP de cara a un Programa Aragonés de Recuperación Económica y Social. Si hay una fórmula para salir de catástrofe más pronto que tarde es hacerlo unidos.

«En Aragón hemos abierto una senda que conocemos bien: la del diálogo, la cooperación y la transparencia»

Aunque no es momento para la alegría, quedémonos al menos con lo que sí estamos haciendo bien. Y seamos conscientes de que para salir del túnel es imprescindible seguir adelante.


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El Nobel de Medicina aragonés Santiago Ramón y Cajal dejó dicho: “No es hora ya de filosofar sobre las causas de nuestra caída, sino de levantarnos lo más rápidamente posible. Más hondo que nosotros cayeron otros pueblos y hoy resplandecen en el cénit del poder y de la fortuna”.

Con este objetivo de superar la pandemia y de reconstruir el tejido económico y social aragonés trabajamos ahora de forma denodada.

*Mayte Pérez es Consejera de Presidencia y Relaciones Institucionales del Gobierno de Aragón