Decía don Miguel de Unamuno: Si una persona nunca se contradice a sí misma, debe ser que no dice nada”. Éstos más de 40 días confinados hemos recibido una sobreexposición de información: ComScore habla de un crecimiento del 25% en consumo de información digital, Kantar Media reporta récords absolutos de horas frente a la televisión y la radio sigue siendo nuestra fiel compañera.


Publicidad


En estas 6 semanas hemos visto pasar delante de nuestros ojos, diariamente, a toda la pléyade política del país. Hemos convivido con ellos más que con nuestras propias familias. Y podemos contar, con los dedos de una mano, quién se ha disculpado; quién se ha contradicho.

El ser humano disculpa el error bienintencionado. Nosotros mismos en nuestras conversaciones más íntimas hemos reconocido nuestro desconocimiento, nuestro miedo, nuestros cambios de opinión ante este COVID-19 para el que no estábamos preparados.

Si el tsunami de la pandemia nos ha pasado a todos por encima, que nuestra clase política no haga autocrítica molesta, solivianta y ejerce un efecto contrario al deseado. Ahora exigimos respuestas. Ahora exigimos ser ciudadanos libres.

«Hemos visto pasar delante de nuestros ojos, diariamente, a toda la pléyade política del país. Y podemos contar, con los dedos de una mano, quién se ha disculpado; quién se ha contradicho»

No atendimos a las llamadas de la OMS. Nadie. Tampoco la ciudadanía. No quisimos cambiar nuestro estilo de vida hasta que nos lo impusieron, con sanciones administrativas incluidas en el lote. No tuvimos claro si preferíamos salvar vidas humanas o puestos de trabajo.

No supimos mirar con diferentes ojos las diferentes realidades: «si yo me jodo, mi vecino también». No tuvimos la humildad de decir: “de esto no hablo porque no tengo ni idea”. No respiramos, ni contamos hasta 10 antes de soltar la mayor barbaridad que nos pasaba por la cabeza.

En definitiva, no hemos ejercido en estos meses, algo tan sano como, la disculpa, el cambio razonado de pensamiento, el perdón. Decía también don Miguel: Solo los que intentan cosas absurdas son capaces de lograr cosas imposibles”.

Por favor, Pedro, Pablo, Santiago, Inés, Pablo… Por favor, hagan algo absurdo: siéntense de una puta vez y hagan cosas absurdas. Quizá, sólo quizás, logremos lo imposible: salir de esta pandemia como un pueblo unido.