Nos han cambiado las reglas del juego, rompiendo barreras de espacio, tiempo, color, raza, ideologías, riqueza y pobreza… Y no cabe duda, ante esta situación a todos ojos excepcional por la crisis del coronavirus, la sociedad civil ha respondido unida y de forma extraordinaria para salir adelante.


Publicidad


Mucho sufrimiento y dolor. Todos estamos escribiendo la historia de estos meses con dureza y con lágrimas. En nuestros corazones quedan esculpidas a fuego las claves verdaderas de nuestra existencia, tantas lecciones de héroes anónimos, de esos de la puerta de al lado, que nunca protagonizarán titulares… y que, sin embargo, han hecho posible que hoy podamos seguir aquí.

En medio de la adversidad nos llevamos en el equipaje “tesoros” escondidos, hallados sin buscarlos y que nos servirán de faro y de guía para iluminar esta nueva etapa post COVID-19, que van a marcar un antes y un después en el siglo XXI.

Hemos conocido una nueva humanidad. Los valores olvidados empiezan a ocupar su lugar en el mundo, y desde luego, ha crecido nuestra fe y confianza y borrado actitudes tóxicas como la indiferencia, el egoísmo, la división y el olvido.

Ante una civilización occidental engreída, controladora e individualista, el COVID-19 nos ha hecho ser conscientes de nuestra vulnerabilidad. Una convocatoria masiva a un “master en humildad” de matrícula obligada.

Y el resultado ha sido transformador: somos algo más humanos, más libres, solidarios, generosos, honestos… En definitiva, vemos el mundo, nuestro entorno y a nuestra gente “con ojos nuevos”, porque hemos aprendido que de la fragilidad más absoluta nace la grandeza del ser humano.

«El COVID-19 nos ha hecho ser conscientes de nuestra vulnerabilidad. Una convocatoria masiva a un “master en humildad” de matrícula obligada»

En el transcurrir de estos días tenemos una verdadera oportunidad para descubrir el valor del HOY, frente a un futuro incierto que se escapa de nuestro control. Y desde ese hoy quiero rendir un homenaje a nuestra comunidad educativa.

Todo un “ejercito confinado” librando día a día la batalla del conocimiento y generando talento. En sus manos la importante tarea de formar la generación post-COVID. Con la responsabilidad de que en este nuevo “lugar de aprendizaje” está en juego el presente de nuestros jóvenes y el futuro de los pueblos.

Desde el silencio, trabajando sin descanso y en diversidad de circunstancias, la comunidad educativa ha respondido con creces, siendo uno de los agentes sociales más activos en esta pandemia. Sin haberlo planificado, estamos creando un nuevo paradigma.

Mucho hablábamos de cambio en el sistema educativo y con el COVID 19 nos hemos visto inmersos en una gran revolución, una eclosión de algo que se fraguaba, quizá lentamente para algunos.


Publicidad


Estos meses confinada, como todos los españoles, en un barrio rodeado de colegios a puerta cerrada, miro desde mi ventana los patios literalmente vacíos, sin el ruido habitual que llenan y acogen…. Pero en estas me sumerjo en las redes sociales, donde percibo el bullicio de toda la comunidad educativa. Se han cerrado las escuelas y las casas, pero se han abierto muchas ventanas.

Desde el fondo de mi alma, aplaudo su encomiable labor.

Gracias con mayúscula a todo el alumnado por asumir con responsabilidad, solidaridad, creatividad y sacrificio su propio aprendizaje. Gracias a los comités directivos por saber liderar y gestionar en un momento de crisis mundial.

Gracias a tantos maestros por no abandonar a sus alumnos y adaptarse al nuevo entorno con asombrosa creatividad y en un tiempo récord. Por diseñar con sacrificio y esfuerzo una Gran Aula Virtual personalizada.

La digitalización ha permitido poner en marcha importantes recursos, situando al alumnado irremediablemente en el centro del aprendizaje, desde la inclusión y ojalá desde la igualdad, porque seamos capaces de impedir que la brecha digital deje a nadie atrás.

Convertidos en mentores, en entrenadores audaces, los docentes han sabido co-crear la mejor forma de aprender. Exploradores de nuevas vías para generar contenidos, acompañan a alumnos y familias, poniendo en marcha una autentica inteligencia colectiva.


Publicidad


Nace un nuevo modelo educativo sostenible y adaptado al siglo XXI, donde “la sabiduría y la generosidad” van unidas. ¿Cómo hablaremos ahora de las soft skills?, ¿quién olvidará colocar los valores en el proceso de aprendizaje?

En este laboratorio global de aprendizaje que está siendo el COVID 19, se graban en mayúscula conceptos como: resiliencia, empatía, capacidad resolutiva, pensamiento crítico, capacidad de comunicación, honradez, honestidad, solidaridad, en definitiva, una verdadera conciencia social.

Gracias madres y padres de familia que, a lo largo de estos meses, en muchos casos con pocos recursos, con mucho amor y generosidad, superando el estrés, la preocupación y el aislamiento, suman unidos a la escuela, ayudando a sus hijos a seguir creciendo.

Trabajando juntos por el mañana de todos. Solo con esta visión es posible ganar la batalla con mejores resultados.

*Ana María Farré Gaudier es Co-Fundadora de ‘Mujeres Influyentes de Aragón’ (Womantalent España)