Hoy en día, las firmas de marcas de ropa infantil, apuestan por líneas en las que los niños imitan adolescentes o incluso adultos. Ojeas una revista de moda infantil y ves lo mismo que podrías encontrar para ti pero con modelos y tallas a escala de 3 a 12 años.

Antes a los padres nos podía hacer gracia vestir a juego con nuestros hijos, una camiseta o jersey del mismo color pero sin más, ahora las niñas parecen mujercitas disfrazadas en miniatura y los chicos lo mismo.


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Los regalos que se hacen a los niños antes eran coches, muñecas, construcciones, juegos de mesa. Ahora son tabletas, móviles, aparatos electrónicos, juegos de maquillaje, en definitiva de mayores…sin tener en cuenta su edad, solo lo que al niño le gusta o apetece en el momento.

Las fiestas de cumpleaños antes eran meriendas y juegos en casa, ahora con 5-6 años los padres se vuelven locos buscando el espacio más original para el cumple de su hijo o se hacen fiestas de pijamas.

Las series televisivas que ven nuestros hijos, también nos presentan a unos niños muy maduros para su edad, en su forma de vestir, de ser, de actuar, en sus contestaciones, argumentos y relaciones con sus iguales y los adultos.

«¿Dónde está aquella infancia, llena de inocencia, alegría y ternura en la que los niños jugaban a ser niños y con cosas de niños?»

Estos son modelos a imitar para nuestros hijos que ven en ellos una proyección de lo que les gustaría ser. Los niños ya no cantan canciones infantiles, cantan canciones de OT, reguetón y los súper tops sin entender la letra, imitando gestos y bailes de sus cantantes favoritos, y los padres y familiares se derriten ante tales monerías.

¿Dónde está aquella infancia, llena de inocencia, alegría y ternura en la que los niños jugaban a ser niños y con cosas de niños? Aquellos niños exploradores de rincones e inventores de sueños que eran felices en su mundo sin entender bien el de los mayores y disfrutando a tope del suyo, aquellos niños que se aburrían y no pasaba nada, buscaban nuevas cosas que hacer.

Queridos padres, ¿nos estamos volviendo locos? ¿Estamos perdiendo el norte?

Ese afán por ser los más originales y diferentes al resto, por ser la envidia de los amigos, por ser modernos, lleva a ofrecer planes, comportamientos, regalos y ropas de mayores a los hijos, perdiéndose así aquellas características que realmente serían propias de su edad, perdiéndose una niñez y una infancia estupenda.


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Como consecuencia de todo esto, estamos viendo que los niños de hoy, crecen cada vez más deprisa y cómo la preadolescencia cada vez llega antes y con 11, 12, o 14 años, imitan comportamientos totalmente de adultos, salir con amigos, salidas nocturnas, beber, fumar, noviazgos, relaciones sexuales. Y es entonces cuando nos asustamos, nos escandalizamos y ponemos el grito en el cielo.

Pero es esta sociedad, sobretodo consumista y permisiva, que va a una velocidad tremenda, que arrastra a muchos padres a subirse en edades tempranas a la moda de lo «moderno» y hacer a sus hijos, mayores antes de tiempo, de una forma completamente falsa y vacía.

Luego cuando llegan a la preadolescencia ya no pueden frenar esa velocidad, es cuando algunas familias se asustan, al ver lo rápido crecen sus hijos y al ver que van perdiendo el control sobre ellos. Pero señores como les estoy contando todo esto tiene un principio y una causa.

Yo siempre insisto a los padres de mis alumnos, que a los hijos hay que hacerles mayores desde que son muy pequeños, pero mayores en autonomía y en responsabilidad, que se esfuercen en hacer poco a poco encargos y colaborar en casa.

«Si sólo les hacemos mayores en caprichos o en su aspecto sólo conseguimos niños vacíos, inseguros, insatisfechos»

Que sepan lo que está bien y lo que está mal y sean capaces de decidir con libertad. Si sólo les hacemos mayores en caprichos o en su aspecto y por dentro no trabajamos la madurez y la responsabilidad, sino vamos poco a poco amueblando su cabeza y su corazón, sólo conseguimos niños vacíos, inseguros, insatisfechos, al final fracasados, dentro una sociedad que se empeña en ir a gran velocidad vendiendo humo de colores, pero humo. Creando una juventud inmadura y caprichosa.

Hay tiempo para todo, cada cosa tiene su momento y no hay que tener prisas. Los hijos tienen que disfrutar de cada etapa evolutiva y nosotros con ellos. No hay que estar buscando todo el día súper planes, también hay que enseñarles a aburrirse y tampoco hay que satisfacer todos sus deseos porque es imposible y porque deben aprender a valorar las cosas, no importa repetir planes, ni cumples.


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Dejemos que los niños sean niños, se comporten como niños, jueguen como niños, vistan como niños, piensen como niños y se ilusionen como niños. Ya irán creciendo y pasando etapas.

En el fondo todos llevamos un niño dentro de nosotros que nos hace ver la vida diferente en determinados momentos y disfrutar de cosas sencillas. No tengáis prisa en que vuestros hijos crezcan y pierdan ese encanto, disfrutarlos como niños.

*Cristina Gil Gil es autora del libro La profe responde y del blog Ideas para crear y disfrutar