Son muchas las cosas que se pueden y deben criticar del polémico viaje de Pedro Santisteve a Santiago de Chile.

Entre ellas, destacan las mentiras y ocultaciones del alcalde y de su gabinete de comunicación con las que, obviamente, intentaron tapar un comportamiento de cuya irregularidad eran perfectamente sabedores.

Por eso no informaron correctamente en Junta de Portavoces de cómo se iba a desarrollar ese viaje, ni de que el alcalde pensaba ir acompañado por familiares y que antes de empezar con su agenda oficial iba a tomarse cuatro días de vacaciones en el país sudamericano a pesar de haber disfrutado previamente las de Semana Santa.


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No deja de ser curioso que al estallar la polémica en los medios de comunicación los responsables de prensa del alcalde manifestasen que se había tomado “tres días libres” y que luego, a su regreso, Pedro Santisteve lo negase y asegurara haber estado trabajando por la ciudad durante todo su viaje.

«Intentaron tapar un comportamiento de cuya irregularidad eran perfectamente sabedores»

Extraño que no encajen las declaraciones, extraño que el alcalde viaje de trabajo con familia, extraño que no se desplazase a Chile -como es habitual en estos casos- con periodistas y empresarios, extraño que no dejase constancia en redes sociales ni que hubiera información municipal sobre sus actos y extraño que, después de haber dicho que lo haría, el alcalde no entregase a los medios de comunicación las facturas del viaje.

Extraño, extraño, extraño…

Pero en cualquier caso, aunque diésemos por bueno todo, aunque pensásemos que es normal tener un alcalde que goza del doble de vacaciones que el resto de mortales, aunque nos parecieran correctas las anómalas circunstancias del viaje, lo que siempre será imposible es aceptar excusas (porque ni siquiera caben explicaciones) sobre su huida de la ciudad en una de las peores riadas en los últimos quince años.

Resultó vergonzoso escuchar al alcalde decir que había seguido al pie del cañón la crecida del Ebro ¡a 11.000 kilómetros de distancia y sin ni siquiera molestarse en llamar a la alcaldesa de Juslibol, uno de los barrios más afectados por la riada!

«Extraño que no dejase constancia en redes sociales ni que hubiera información municipal sobre sus actos»

Y peor fue aún su penoso intento de restar importancia a su escapada arguyendo poco menos que no había sido para tanto lo del río.

La triste realidad es que cuando Pedro Santisteve decidió iniciar su viaje familiar de placer a Chile la información de la Confederación Hidrográfica advertía de una crecida extraordinaria que podía ser peor que la de 2015, que dejó afecciones importantes en nuestra ciudad, y que sólo las inundaciones controladas ribera arriba y la rotura de la mota de Castejón impidieron que así sucediera.

Y en esos días, el alcalde de Zaragoza dejó claro que antes que permanecer en la ciudad, al frente del dispositivo de emergencia y en solidaridad con sus vecinos afectados por una riada, su prioridad era cogerse unos días de vacaciones.

*Pedro Navarro es concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Zaragoza