No ha sido fácil. Nada fácil. Los viejos del antiguo Reino de Aragón han estado casi cuarenta años con la cantinela de los bienes de Sijena. Sentencia arriba, sentencia abajo. Declaraciones impostadas de nuestros queridos políticos o reuniones al más alto nivel entre comunidades sin acuerdos. Siempre palabras vacías, nunca hechos.

Sin embargo, la probabilidad de perder en la lucha no disuadió al pueblo aragonés de apoyar una de las causas más nobles. Y sobre todo, que creemos que es justa. Distintos movimientos políticos han luchado por su vuelta, y en los últimos meses los héroes de ‘Sijena Sí’.


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El robo, y posterior retención, por parte de las autoridades catalanas de los bienes del Monasterio oscense de Sijena ha sido una de las mayores deslealtades institucionales de los últimos cuarenta años.

«La probabilidad de perder en la lucha no disuadió al pueblo aragonés de apoyar una de las causas más nobles»

El rechazo a la devolución se tradujo en una acción de la peor política nacionalista que, sin duda, ha catapultado el seny aragonés -e incluso el rechazo al nacionalismo catalán- a límites insospechados hace años.

La ausencia del Estado, o la incapacidad para aplicar la Justicia, durante años en la tierra hermana ha propiciado un hastío incalculable en los aragoneses. Hartos de todo, hemos visto la luz. La vuelta de los bienes de Sijena. De nuestro patrimonio expoliado e insultado por su apropiación indebida.

La luz, en forma de un artículo constitucional -el 155- denostado por algunos, nos ha traído los bienes. Después de la sentencia judicial por la juez Aznar, y los requerimientos últimos del juez Martín, el conseller Méndez de Vigo ha ordenado la vuelta de los bienes al lugar donde nunca debieron de salir.

«La incapacidad para aplicar la Justicia durante años en la tierra hermana ha propiciado un hastío incalculable en los aragoneses»

El pueblo aragonés simbolizado en David, armado con la piedra de la Ley e impulsado por la honda del 155, ha sacudido con fuerza en el Goliat de nuestros días. El nacionalismo populista inflado aparenta grandeza hasta que se cruza la Ley por su camino.