Desde el gobierno municipal de Zaragoza hemos hecho, y haremos, durante esta crisis inédita del coronavirus un ejercicio de lealtad, unidad y colaboración institucional.

Es lo que procede ante una pandemia de efectos tan devastadores y, sobre todo, ante el ejemplo de fortaleza, civismo y solidaridad de la inmensa mayoría de nuestros vecinos. Pero de la misma manera, es fundamental que sigamos ejerciendo nuestras responsabilidades administrativas y exigiendo a las autoridades competentes de ámbito superior esa misma lealtad, unidad y colaboración.


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Por desgracia, y aunque desearía poder expresar lo contrario porque eso significaría que las cosas van bien en beneficio de todos, la realidad es que desde el Gobierno central no está existiendo cooperación ninguna con las administraciones locales.

Lo hemos podido constatar fehacientemente en las escasas oportunidades en que el presidente de la Nación o sus ministros nos han concedido un mínimo de atención a los representantes municipales.

Las administraciones locales lo hemos remarcado especialmente: sin ayuda económica y una normativa de Hacienda más favorable por parte del Gobierno central es imposible que los ayuntamientos podamos asumir con garantías la triple responsabilidad que debemos ejercer: la obligación de ayudar a quienes son más vulnerables, participar en los estímulos imprescindibles para recuperar la actividad económica y asegurar al mismo tiempo la prestación actual y futura de los servicios públicos que precisan diariamente nuestros vecinos.

Lo expusimos con claridad tanto en la declaración de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) del 2 de abril como en el comunicado conjunto de la reunión de las siete grandes ciudades de España, que tuve el honor de organizar el 14 de abril.

En ambos textos hemos reclamado al Ejecutivo de Pedro Sánchez que se nos permita utlizar el 100% de los superávits en medidas contra los efectos del COVID-19, que se relajen los criterios y normas de estabilidad presupuestaria, que se nos tenga en cuenta en la planificación de actuaciones globales previstas por el Estado, que se nos aporten ayudas directas como las que ha habido en Italia (casi 5.000 millones para los ayuntamientos en diferentes conceptos frente a los 300 a repartir entre las comunidades autónomas y municipios en España) y que también se solicite a la Unión Europea fondos directos para las administraciones locales.

La respuesta de Sánchez ha sido en todos los casos la callada por respuesta. No ha habilitado ninguna de las medidas solicitadas, dejándonos, por lo tanto, solos frente a la pandemia y sus terribles consecuencias en nuestro tejido social y económico.

«La respuesta de Sánchez ha sido en todos los casos la callada por respuesta. No ha habilitado ninguna de las medidas solicitadas, dejándonos, por lo tanto, solos frente a la pandemia»

Sin duda alguna, una muy mala estrategia. Aunque probablemente sea todavía peor: la ausencia total de estrategia para encarar la llamada desescalada y los meses posteriores de reactivación del país. Así me lo hace pensar los dos encuentros telemáticos que hemos tenido la junta de Gobierno de la FEMP con el Gobierno, uno con Pedro Sánchez y otro con los ministros de Sanidad, Transición Ecológica y Política Territorial.


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En la primera videoconferencia, el presidente socialista no mencionó una sola medida de alivio financiero para los ayuntamientos y sólo nos aseguró una cosa: que en la siguiente reunión los tres ministros nos concretarían las medidas de desescalada a adoptar en los municipios.

Pero esa segunda videoconferencia, celebrada el 23 de abril, no pudo ser más decepcionante. El ministro de Sanidad; Salvador Illa, se ausentó de la misma poco después de comenzar y ni él, ni Teresa Ribera, ni Carolina Darias nos ofrecieron la más mínima explicación. Al revés, reconocieron que no existe planificación ninguna para ese proceso de ir retirando las medidas del decreto de alarma. Un auténtico jarro de agua fría.

Desde los ayuntamientos estamos colaborando en todo lo posible para resolver los problemas que plantea a las administraciones y la ciudadanía este maldito virus. Y queremos seguir haciéndolo, pero va a ser mucho más difícil de lo previsible si continúa existiendo este manifiesto desprecio al municipalismo y este desbarajuste general por parte del Gobierno de España.

Quien tiene la máxima responsabilidad de pilotar la nave en medio de esta tormenta no hace más que ofrecer una sensación de permanente desconcierto central.

*Jorge Azcón es alcalde de Zaragoza