Lleno hasta la bandera y también de banderas. Así recibió ayer el auditorio de Zaragoza a los líderes de Vox, con Santiago Abascal y Ortega Lara a la cabeza. Casi medio centenar de periodistas acreditados y una sala abarrotada en la que se colocó el letrero de aforo completo, quedándose fuera muchos simpatizantes.

La ocasión no era para menos; hubo otras, pero cuando el partido aún no estaba en las instituciones. Ayer, tras su éxito en Andalucía, Vox se presentaba como una realidad y un público entregado lo certificaba.


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Un público animado que, en la espera del comienzo del acto, coreaba letras no escogidas por casualidad: Desde marchas e himnos como el de la Legión y La muerte no es el finalhasta canciones como libre de Nino Bravo, Mi querida España en versión Mari Trini o El imperio contraataca, aquella divertida canción de los Nikis que decía eso de:

«Con los austrias y con los borbones

perdimos nuestras posesiones.

Esto tiene que cambiar

nuestros nietos se merecen

que la historia se repita varias veces

Los McDonals estan de vacas flacas

ha vencido la tortilla de patatas

en Las Vegas no hay black jack

solo se juega al cinquillo

y la moda es el rojo y amarillo»

Tezanos aún no entiende como pudo equivocarse su CIS en Andalucía y dudo que nos pueda explicar lo que pasará en Aragón. La izquierda ni se lo explica ni lo digiere, y sesudos columnistas y tertulianos de la prensa gauche intentan aclarar qué está sucediendo.


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En política sabemos que, cuando alguien gana, la razón de su éxito está, en gran parte, en el fracaso de los demás. Pero, tras leer y escuchar en las últimas semanas a la intelligentsia progresista, nada de nada; ni un mea culpa. Parece ser que el resultado de los neocons es causa de los movimientos internacionales, de los populismos antieuropeos, de fallos de estrategia o por la desmovilización electoral.

No ven que pueda deberse a que tengamos un Gobierno elegido por indepes y neobolcheviques, no es la chulería de Rufian o el Falcon de Sánchez, no es su Gobierno de jetas y jetillas, el no es no, el chalet de Iglesias o el odio de Echenique, ni su dinero de Caracas y Teherán, ni las visitas a Lledoners y las ausencias en Alsasua.

No son los portavoces y portavozas, el belenes fuera o los danimateo de turno y sus mocos; no es, en fin, el perseguir por perseguir o el desprecio gratuito de lo que muchos aprecian, el escupir a la bandera e insultar a las creencias. No es cada día que pasa Sánchez en su sillón alimentando todo eso; no, la culpa la tiene Trump y hay que activar la alerta antifascista.


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Sí, al parecer aquel público que alegremente canta y mueve su bandera, es peligroso y el portavoz y la portavoza de okupos y okupas, de macarros y macarras, que lanzan piedras y atacan a quienes no piensan como ellos han activado la alerta. ¡No pasarán! han dicho los del chalet.

Y ya han pasado, al menos al Hospital de las Cinco Llagas.

Esa izquierda no parece acordarse de que hace tiempo que el electorado vota según las emociones y parece costarles reconocer que también éstas, cuando no se deja de provocar, pueden despertarse en su contra. Pues nada, a seguir así y luego a rasgarse las vestiduras y a hacer cordones sanitarios. Todo muy demócrata.

Mientras tanto y ante las provocaciones, “nosotros a lo nuestro”, decían ayer, responsablemente, los líderes de Vox. Y así, hoy, Vox toma el aperitivo, ayer en Sevilla y hoy en Zaragoza. Y en mayo, quién sabe; veremos si han venido solo a por un aperitivo o a por toda la merienda. Tezanos nos dirá.