Zaragoza en Común está en descomposición. Su caminar es pesado, torpe y sin un rumbo fijo. Nadie sabe hacía donde va, o incluso si quiere ir hacía algún lado.

Cada vez parece más una especie en peligro de extinción. Ni streaming con sus colegas de la izquierda, ni proyectos sólidos, ni el fin de la emergencia social, ni pamplinas. ZEC se ha consumido como un azucarillo en poco menos de cuatro años. Y aún me atrevería: su fin empezó a los pocos meses.


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Sus polémicas absurdas, su falta de proyecto -o idea- de la ciudad, la superioridad moral de sus dirigentes o las cuitas internas entre comunistas y ‘comunes’ han sido los factores de su debilitamiento progresivo.

No me sirve, como hacen con desdén, su autocrítica estéril que señala a la oposición por el rechazo de sus políticas o incluso al peso real de los ‘poderes’ fácticos. Ellos sacuden ese discurso como si fueran las plagas bíblicas en el despacho del alcalde, junto al tocador de la gomina, sin ser real.

Las amenazas de ZEC no han sido exclusivas de causas ajenas, al tan manido mantra de los interés empresariales o de la intensidad informativa de los medios de comunicación.

El principal monstruo de ZEC ha sido el propio ZEC. Su organismo interno se ha dividido entre el alma comunista de Izquierda Unida, entre los ‘comunes’ que aspiran al buenismo de la confluencia o entre los que aún no se sitúan ni en su despacho.

«El principal monstruo de ZEC ha sido el propio ZEC»

La descomposición queda fijada en la foto de la dimisión -en el día de ayer- de la teniente bicicleta Teresa Artigas. Y en las declaraciones -públicas y privadas- de las últimas semanas del entorno de ZEC. Nadie es capaz de adelantar qué futuro le depara a Zaragoza en Común. Ni siquiera si el alcalde Santisteve repetirá como candidato.

Teresa Artigas, secundada por todo el gobierno de ZEC, el día de su dimisión / AZ

La imagen de un gobierno en descomposición / AZ

Teresa Artigas atiende a los periodistas con el semblante serio / AZ

La sombra de Podemos se alarga. La insistencia de Izquierda Unida por marcar su agenda se siente. La retirada de algún concejal en las próximas elecciones desmoraliza. ¿Qué futuro le espera a Zaragoza en Común?

Es evidente que el poco hacer de Zaragoza en Común en el gobierno es una losa que será díficil de borrar para la izquierda de la ciudad. Lo dicen ellos. Lo confiesan en los corrillos.

Ni siquiera los propios concejales de Zaragoza en Común garantizan sacar cinco concejales en las elecciones de mayo. Una bajada de cuatro concejales -actualmente tienen 9- es una dura caída para un gobierno. El fin de un gobierno en descomposición.