Hace tiempo adquirí la costumbre de leer la prensa digital de un modo algo peculiar: primero leo el titular, y si veo que el tema es de los llamados políticamente correctos y claramente ideológicos, me salto el artículo -¿para qué leerlo, si ya conocemos la postura dominante?- y me voy directamente a los comentarios de los lectores.

Y ahí está, la disidencia, el cabreo, lo políticamente incorrecto.

Los populismos, los fachas, que es como ahora se llaman a los que no opinan como las posturas dominantes, aunque las financien con sus impuestos muy a su pesar. Hagan la prueba.

Empiecen, por ejemplo, con el tema que estos días ocupa canales de televisión, en particular algunos programas, así como toda la prensa, los 629 inmigrantes que han navegado desde Libia y que cuyo desembarco España ha aceptado, mientras Italia los rechazaba y Malta y Francia no abrían la boca.


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¡Qué solidarios, qué maravilla de país, qué ejemplo para Europa!

Es el discurso periodístico oficial, mientras pasan de ser inmigrantes económicos a tener estatus de refugiado por arte de magia, o pasan de emigrar a migrar, como los patos -toda perversión lingüística persigue un objetivo político-.

Y ahora, lean los comentarios; da igual la orientación ideológica del periódico digital que elijan: la inmensa mayoría de los comentarios son contrarios a la apertura indiscriminada de fronteras y a financiar, desde el empobrecimiento actual de la población, ayudas y subsidios a inmigrantes económicos y a competir por salarios de miseria con las tasas de paro actuales.

Nadie quiere que se ahoguen en el Mediterráneo, por supuesto, pero tampoco quieren repartir la miseria.

Esta separación entre la posición dominante y la realidad explican cosas como el Brexit, Trump o los resultados de las elecciones en Italia.

A ver qué pasa con el siguiente barco que ya está saliendo de Libia, que son 800 personas.

Otro temazo en el que ya ha empezado el bombardeo de mensajes a la población: “con los independentistas hay que dialogar, la democracia es el diálogo -mentira, la democracia consiste en la separación de poderes y la representación del ciudadano, no de los partidos políticos-, hay que acercar posturas, hay que recuperar el espíritu de consenso” -como el sexo de los ángeles, el consenso fue el reparto del poder, la base de la corrupción.

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Mensajes apaciguadores dirigidos a preparar a los españoles para que acepten lo que ya, seguramente está pactado: la separación de Cataluña y País Vasco, con vaya usted a saber qué fórmula: Federalismo, Confederalismo, Estados Asociados… y pasta, mucha pasta.

Jordi Évole y las señoras catalanas y andaluzas de su programa son la máxima expresión de ese lavado de cerebro para el consenso -creo, sólo pude ver el primer capítulo, no pude soportar más-.

Hasta Feijóo se declara federalista y defiende la existencia de la nación gallega; se nos ha hecho socialdemócrata.

La corriente oficial ignora, a sabiendas, que un 31,4% de los españoles estaríamos por la eliminación de las comunidades autónomas o la reducción de sus competencias, y un 37,1% dejaría la organización territorial tal y como está, siendo sólo el 10,4% de españoles los que están a favor de un modelo federal (Barómetro CIS, abril 2018).

Pero da igual, ni a usted ni a mí nos van a preguntar.

Y como no esté usted de acuerdo es porque es un franquista y un facha, asúmalo.

A todo el que se atreve a poner un comentario en el sentido de defender la unidad de España en un periódico digital, aquí sí de los llamados “progresistas”, le cae la del pulpo.

Si es que los norteamericanos, franceses y alemanes, por poner ejemplos de países donde se defiende a la Nación, son todos franquistas.

Y así todo. Ánimo y valor a los disidentes. Se supone que hay libertad de expresión.