El lío de los últimos días en el ayuntamiento de Zaragoza es difícil de explicar, complicado de entender y da como mucho para una película de bajo coste. Las cosas como son.

La decisión de Santisteve de minimizar la representación de la oposición en las sociedades municipales, por la aplicación de la Ley de Capitalidad, ha levantado las críticas de toda la oposición. Desde la izquierda más afín a ZEC, como es Chunta, hasta el aspirante popular a alcalde Jorge Azcón.

Y es que ZEC, desde su inicio de gobierno, ha tenido el don de unir a toda la oposición. Y eso, da para pensar.


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La decisión de romper la baraja electoral para repartir las cartas al gusto de Santisteve supone una huida hacia el precipicio. La ruptura de un acuerdo democrático -que respeta la representatividad del eco de las urnas- de manera unilateral, con altanería y mostrando la gomina al aire (la primera muestra de cinismo) muestra la verdadera careta de ZEC.

Zaragoza en Común alzó un discurso en campaña electoral para contagiar de optimismo a una ciudadanía descreída, harta y con hambre por abrazar a otra ciudad.

«Y es que ZEC, desde su inicio de gobierno, ha tenido el don de unir a toda la oposición. Y eso, da para pensar»

Los mensajes de regeneración política sacudían con fuerza en un bipartidismo llamado a ser testimonial, el streaming para negociar eran parte del atrezzo de la campaña, e incluso algunos veíamos con cierto optimismo la irrupción de nuevos actores.

Un simple espejismo. Zaragoza en Común fue colonizado de una manera arrolladora durante sus primarias por la izquierda más casposa, rancia y deleznable que aún -sí, aún- tenemos que aguantar en este país.

¿Qué podemos esperar de una confluencia de partidos sustentada en el Partido Comunista? Nada.

Pedro Santisteve, durante campaña electoral, junto a Pablo Iglesias y Pablo Echenique / ZEC

Y es una afirmación que era fácil de imaginar, de comprobar el día de las bandas al viento o de abochornar tras las sucesivas chapuzas ideológicas. Todo ello alejado de aquellos ciudadanos que querían abrazar a otra ciudad.

Sin embargo, el lío que ha montado el alcalde, con esos aires caribeños que tanto gustan a su cuadrilla, no es lo que más me sorprende. Lo hilarante, por trágico, es la reacción de los partidos que sustentan a Zaragoza en Común tras otra pifia de éste: Partido Socialista y Chunta Aragonesista.

Tanto uno como otro, hablan de que la legislatura está rota, que las actuaciones de ZEC han coloreado el gobierno en un negro intenso -e incluso declarando el luto por la democracia- o que Santisteve está instalado en la radicalidad. Vale, se lo puedo comprar.

¿Y ahora qué? Porque la ciudad se cansa de escucharles criticar al gobierno de ZEC pero al mismo tiempo lo mantienen cada día. PSOE y Chunta son conscientes de que ZEC es un desastre para la ciudad, lo critican duramente, pero ahí siguen sentados.

«La ciudad se cansa de escucharles criticar al gobierno de ZEC pero al mismo tiempo lo mantienen cada día»

Entiendo parte de su coherencia: «No habrá ninguna moción de censura para que la derecha gobierne la ciudad». ¿Entonces? Dejamos que aquellos que -según ustedes- son unos caciques por recortar derechos políticos continúen gobernando. ¿No?

La situación (en precario) de Santisteve procede de aquellos partidos que le dieron la alcaldía de Zaragoza.

Y sin embargo, les aprueban los presupuestos año sí, año también. Les legitiman cada día, pese a sus tropelías. Las palabras son palabras. Los hechos ratifican lo dicho. Zaragoza aún necesita abrazar a otra ciudad

¿A qué están esperando? Porque las elecciones serán en 2019, pero hay momentos que quedan en la hemeroteca.