Además de exhibir nobleza, Zaragoza presume en su escudo de otros títulos, entre los que destacan por su épica y su contundencia los de ciudad heroica e inmortal.

Habrá que convenir que tan merecidos honores no son gratuitos y pensar -permítanme la chanza y la caricatura- que si la capital de Aragón sobrevivió al ejército de Napoleón y a las guerras carlistas, también será capaz de superar el paso por su Ayuntamiento del equipo de gobierno de Zaragoza en Común.

Bromas aparte -porque el tema es muy serio- empieza a resultar insufrible el bloqueo que ha supuesto para este consistorio la irrupción en la sala de máquinas de unos gobernantes que de natural, con su errática gestión, sólo aciertan cuando rectifican.

«Si la capital de Aragón sobrevivió al ejército de Napoleón y a las guerras carlistas, también será capaz de superar el paso por su Ayuntamiento del equipo de gobierno de Zaragoza en Común»

Vinieron, según nos contaron, para hacer la revolución, pero no debieron calibrar que nueve concejales de un total de 31 dan de sí para lo que dan.

Abonados como están a esa perversa filosofía, según la cual primero es la democracia y ya vendrá después la ley, si es que viene, Pedro Santisteve y su equipo del cambio -el que ellos han dado, se entiende- no han dejado de tropezar con la toga de los jueces, cada vez que han decidido ir por libre y tirar por la calle de en medio.

Bien fuera para quitarle a un pabellón deportivo el nombre del rey cuando aún era príncipe, o para enrocarse en el fiasco que ha supuesto el desesperado intento del lugarteniente Cubero para recuperar el control municipal del 010, sin olvidar lo de Averly o el outlet de Pikolin»

La última en la frente en este rosario de despropósitos se la ha llevado el propio alcalde, tras su actuación estelar en el papel del llanero solitario, a la hora de entrar en la sociedad municipal Ecociudad cual elefante en cacharrería.

El caso es que Santisteve fue a por lana y puede acabar trasquilado, porque finalmente la Fiscalía va a tener que dilucidar si existen o no indicios para investigarle por cinco posibles delitos, cinco, entre los cuales destaca, como el peor de los pecados que pueda cometer un servidor público, el de una posible prevaricación, tras obcecarse -él sabrá por qué- en ver gigantes donde sólo había molinos.

«Santisteve fue a por lana y puede acabar trasquilado»

El asunto es muy grave; no en vano la decisión de llevar el caso a los tribunales cuenta con el consenso de todos los grupos de la oposición. Me pregunto qué hará el alcalde si la Justicia decide abrirle un proceso penal.

Si es coherente con lo que su partido predica no tendrá otra opción que irse, salvo que los suyos logren convencerle de que en la rebelión consistorial que ellos capitanean, al igual que ocurría en la granja de Orwell, todos son iguales ante la ley, pero algunos son más iguales que otros; principalmente desde que han descubierto que eso de ser casta tampoco está tan mal.

Lo dicho: Zaragoza, ciudad heroica e inmortal; si no de qué.