Mientras la provincia de Teruel copa grandes titulares debido a las quejas históricas en infraestructuras prometidas sin ejecución ni presupuesto, o abre informativos por la galopante despoblación que deja vacíos sus pueblos tras el éxito electoral de Teruel Existe, la provincia de Huesca permanece en el olvido por parte de casi todas las administraciones. En silencio, y lejos del excesivo ruido que produce Teruel, la provincia de Huesca insiste en sus virtudes para salir de la complicada situación que vive el territorio.


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Con su economía plenamente diversificada, entre la industria cárnica, el motor de la nieve o la importancia del sector primario, logra que sea una de las provincias que, al margen de las negativas coyunturas económicas, siempre esté cerca de rozar el pleno empleo. Sigue siendo un motor de la comunidad aragonesa y su empuje robusto en lo económico hace que salgan de la provincia grandes empresas pujantes con una clara vocación por la exportación.

Pese a ello, Huesca siempre es la gran olvidada por las administraciones estatales y por el gobierno autonómico en materia de financiación. En plena crisis por la despoblación, y donde parece que sólo existe Teruel en este problema que Aragón conoce bien, la provincia oscense adolece de grandes déficits históricos que año tras años van dejándose en el cajón de las administraciones.

Entre ellos, el actual sistema de financiación para las provincias. La crítica razonada y justa la aireaba el presidente de la Diputación oscense, el socialista Miguel Gracia, hace pocos días, al denunciar que Huesca era una provincia con una clara infrafinanciación respecto al resto de la comunidad aragonesa. Y no es para menos. La provincia de Teruel cuenta desde hace décadas con el FITE (Fondo de Inversiones de Teruel) y donde cada año se sigue financiando desde el Estado y el Gobierno de Aragón con 60 millones a la provincia para la vertebración del territorio y que, más tarde, por vía de enmiendas en los Presupuestos Generales del Estado se pueden ampliar a otros 30 millones, pero que a su vez el dinero va destinado a algunos proyectos de dudosa viabilidad económica como Motorland.


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En el caso de Zaragoza, el arrastre económico, turístico y poblacional del efecto capitalidad que ejerce la ciudad es más que notable desde hace decenas de años. Y en este contexto Huesca siempre ha sido la gran pagana sin recibir casi nada a cambio. A su vez, los agravios respecto a la Diputación de Zaragoza claman al cielo: la institución zaragozana recibe más dinero del Estado al incluirse los habitantes de la capital, pese a que las diputaciones provinciales solo tienen competencias sobre los municipios de menos de 20.000 habitantes.

O, incluso, la provincia de Huesca está ejerciendo un gasto ingente en competencias que deberían ser autonómicas pero que la diputación de Huesca las tiene delegadas, como es el caso del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento que cuenta con un presupuesto de 14 millones -la mitad en sueldos e inversiones- y donde el total del gasto lo debe soportar la provincia cada año.

*Álvaro Sierra es director y editor jefe de HOY ARAGÓN