Pandemia”, “estado de alarma”, “confinamiento”, “cuarentena”, “1,5 metros”, “desescalada”, “nueva normalidad”, “infectados”, “mascarilla higiénica”, “FFP2”, “teletrabajo”, “fases”, “hidroalcohol”, “coronavirus”, “PCR”, “distancia interpersonal”, “aforos” y muchos más.

Cualquiera de estas palabras y conceptos que hace unos meses no estaban incluidos en nuestro vocabulario habitual, desde febrero de 2020 han pasado a ocupar un lugar estelar en nuestra dinámica verbal.


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Desde febrero de 2020, cuando veíamos como los chinos levantaban hospitales imposibles en tiempo récord para atender a sus enfermos de COVID-19; cuando al poco tiempo veíamos desfilar a los camiones militares (“de la muerte”, decían) portando cadáveres en Italia; para finalmente recibir en nuestro propio país al coronavirus entrando por tierra, mar y aire, allá por marzo hasta la actualidad, toda la población hemos sido presa del shock y de la incredulidad, asistiendo a un espectáculo horripilante que jamás hubiéramos creído que podríamos vivir.

Recordamos casi de inmediato aquella película “Contagio” de 2011 dirigida por el brillante director Steven Soderbergh, que durante toda su proyección nos mantenía casi ahogados, casi sin respirar, para al finalizar esbozar una potente expiración porqué “menos mal, sólo es una película”.

Y se volvió a cumplir eso de que la realidad supera la ficción. A partir de aquellos primeros días de marzo de 2020, se produjo una ingente cantidad de noticias, rumores y publicaciones que a todos nos llevaron a romper nuestra rutina, o como mínimo a dificultarla.

Primero reinó la confusión que enseguida se convirtió en incertidumbre, a la que le siguió la inseguridad. Y nos invadió el miedo.

El miedo siempre es la respuesta frente a aquello que no entiendes o que no esperas. Es por ello que todos nosotros necesitábamos entender qué es lo que estaba ocurriendo y para ello buscábamos respuestas. Y las tuvimos, de todo tipo y condición mezcladas en una ensalada de certezas y bulos.

En medio de esa vorágine se decretó el estado de alarma en fecha 14 de marzo de 2020, con previsión inmediata de un confinamiento todavía sin definir.


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Así, todos los temores fundados e infundados, salieron a la luz. No cesaban las diversas ruedas de prensa televisadas con profusa información sobre la situación de pandemia y el consiguiente caos que el COVID-19 estaba generando.

Se me hizo necesario crear un espacio en dónde las personas interesadas pudieran acudir al encuentro de aquellas respuestas que buscaban, siempre ciertas y correctas, y es por lo que nació el grupo de Facebook “ZARAGOZA CORONAVIRUS” el 15 de marzo de 2020, intentando difundir y dar a conocer las noticias contrastadas que afectan a nuestro territorio de Zaragoza. Este grupo cuenta en la actualidad con unos 3.000 miembros, y todos aquellos que deseen formar parte de él, serán bienvenidos.

Así, desde ZARAGOZA CORONAVIRUS aclaramos todas las dudas que nuestros miembros proponen, cada vez que se decreta una nueva medida, abarcando todos los sectores: médico, sanitario, educativo, legislativo, jurídico, laboral…

De todos es conocida la extraordinaria dificultad que supone la imposición de una norma genérica, la cual debe de atender a multitud de casos concretos. El legislador piensa en un escenario pero es imposible abarcar la amalgama de realidades que se verán afectadas por la norma predispuesta, y es ahí donde aparecen las dudas y las inseguridades.


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Aquellos tiempos en dónde abrían las tintorerías pero cerraban las peluquerías; dónde era necesaria la mascarilla pero luego no era necesaria; dónde cerraban los parques pero no los bares; dónde estaba prohibida una reunión de más de 10 personas pero el transporte público iba lleno hasta la bandera; y así sucesivamente.

Todo el país se paralizó… hasta la Justicia, que ya es decir, lo nunca visto y todos salíamos al balcón, a venerar a nuestros heroicos sanitarios explotando en aplausos cuan gesta sin igual. Todo surrealista.

¿Y AHORA QUÉ?

Qué todo indica que volveremos a marzo del 2020, bien por comunidades autónomas, o bien por zonas básicas de salud, ya veremos; que se sigue sin contratar personal sanitario en la Salud Pública, al menos en Aragón; que los rastreadores siguen sin alcanzar el número requerido como necesario; que los PCR tardan mucho en arrojar los resultados; que la aplicación RADAR COVID que gran parte de nosotros nos descargamos hace meses, a día de hoy no funciona; que los protocolos necesarios en las residencias de mayores y centros laborales, todavía no están pulidos dejando importantes lagunas sin cubrir; que la incertidumbre en el plano laboral es absoluta no siendo efectivo, a día de hoy, el salario mínimo vital anunciado hace meses; que la criminalidad se está intensificando y diseminando a gran velocidad, doy fe; que estamos retrocediendo en cuanto a derechos y libertades, que tanto costó consolidar.


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En resumen, que hay que conseguir matar al COVID y todo lo que éste representa; que es un buen momento para hacer una exhibición de lo mejor de nosotros mismos; que es hora de priorizar de otra manera, los parámetros actuales no son los de hace un año y por tanto ya no sirven, necesitamos priorizar de forma diferente; que necesitamos un chute en vena de criterio para formar nuestra propia opinión y así tomar las mejores decisiones; que el próximo día 26 de octubre, Aragón entrará en nivel de alerta 3, que supone una relativa equivalencia con la Fase 1 de la desescalada.

Y qué tenemos que recordar, que solo tenemos el presente.

*Marta Lázaro Oliván es abogada