En 2021 se cumplen 275 años del nacimiento de Francisco de Goya y Lucientes, uno de los grandes pintores de la Historia de España, ese aragonés universal nacido en Fuendetodos y que pasó las primeras décadas de su vida en Zaragoza.


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Si hoy Goya apareciese por la ciudad que le vio crecer, formarse y realizar sus primeras obras, poco reconocería de ella. Tan apenas nos queda el recuerdo de la Zaragoza que fue. Grandes joyas artísticas y arquitectónicas han sido destruidas en los dos últimos siglos.

También el alma de la ciudad, su arquitectura tradicional. Y gran parte, no a causa de ninguna guerra ni catástrofe natural, sino por la ignorancia, dejadez o malicia de una parte de quienes han habitado y gobernado esta ciudad.

Una de los pocos lugares que Goya reconocería serían los muros de ladrillo del Cuartel de Caballería, con su puerta y sus ventanas. Posiblemente, la última vez que lo vio fue en su viaje desde Madrid a Zaragoza en otoño de 1808, cuando fue llamado por el general Palafox para que reflejase lo sucedido en el Primer Sitio. Mucha dejadez ha llevado a ese edificio dieciochesco a su estado actual, abandonado a su suerte. Pero ya es hora de que Zaragoza lo defienda, que Zaragoza se valore a sí misma.


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Cuando leí la noticia de El Periódico de Aragón sobre el proyecto de construcción en el solar donde resisten en pie los muros del antiguo Cuartel de Caballería, me asusté. Es lo normal para cualquiera que conozca la trágica historia zaragozana. Tenemos una larga lista de destrucción de nuestro Patrimonio Histórico, con dolorosos ejemplos, algunos muy recientes. Esto se debe, entre otras cosas, a que siempre nos ha faltado un proyecto de ciudad, voluntad política y concienciación social.

Afortunadamente, en este caso, aún no se ha empezado a construir (ni a destruir). Por tanto, hay tiempo, puede haber soluciones consensuadas. Pero las administraciones públicas, especialmente el Ayuntamiento de Zaragoza, deben intervenir, la constructora debe escuchar,  y, entre todos, solucionarlo.

«La larga lista de destrucción de nuestro Patrimonio Histórico, con dolorosos ejemplos, se debe a que siempre nos ha faltado un proyecto de ciudad, voluntad política y concienciación social»

Es posible el acuerdo, es posible integrar el Patrimonio Histórico en la ciudad del siglo XXI. En la calle Asalto se hizo hace años, cuando los nuevos edificios respetaron la antigua muralla de ladrillo, de origen medieval y reformada tras el Primer Sitio de 1808. En la web de la constructora que quiere edificar en Paseo María Agustín se puede consultar el proyecto, el cual es perfectamente compatible con la conservación del muro del Cuartel de Caballería. Solo hacen falta leves modificaciones y buena voluntad para salir todos ganando.

Porque no es un simple muro de tapial. No es un muro cualquiera. Su origen se remonta a hace tres siglos, cuando en 1774-1775 se levantó ahí el Cuartel de Caballería, que luego pasaría a llamarse del Cid.


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Su antigüedad ya es valiosa, pero es que además, es un lugar muy simbólico por los hechos allí acontecidos. En la tarde del 15 de junio de 1808, las tropas napoleónicas de general Lefebvre atacaron Zaragoza, defendida por su vecindario. Contra todo pronóstico resistió para asombro del mundo. Uno de los ataques fue precisamente por el Cuartel de Caballería como narran todos los autores y testigos de la época (Alcaide Ibieca, Casamayor, Belmas etc.). Por esa puerta y esas ventanas entraron soldados napoleónicos a la ciudad. Y allí, el vecindario les detuvo en un cruento combate.

Ese muro que da a Paseo María Agustín es la última tapia. Es el único lienzo que nos queda del perímetro de la ciudad que sufrió el ataque del 15 de junio de 1808, la Batalla de las Eras.

Casi podríamos decir, con permiso de la Puerta del Carmen (asediada en una rotonda), que es el último testimonio material que nos queda del Primer Sitio de Zaragoza. Por ello, debe ser conservado. Eso no implica que no se pueda construir en el solar contiguo, sino que este Patrimonio Histórico debe integrarse en el proyecto.

«Es el único lienzo que nos queda del perímetro de la ciudad que sufrió el ataque del 15 de junio de 1808, la Batalla de las Eras»

Finalizo insistiendo en la necesidad de entendimiento para solucionar lo que tantos años de desidia han provocado. Zaragoza no se puede permitir seguir así, no lo merece. En 2008, el lema del Bicentenario de Los Sitios era “Ayer, hoy y siempre, a Zaragoza la defiende su gente”. Hagamos honor a ello.

La defensa hoy no es frente a invasores en una guerra, es una defensa de lo común, de un beneficio que no tiene que ser perjuicio de nadie y sí ganancias para todos. La constructora puede construir y Zaragoza puede conservar su patrimonio. Son compatibles.

*Daniel Aquillué Domínguez es Doctor en Historia, especialista en siglo XIX, y miembro de varias asociaciones culturares, entre ellas la Asociación Cultural “Voluntarios de Aragón”

*Puedes consultar su blog La Mirada Histórica 2.0