En algunas culturas orientales el término crisis se compone de dos palabras, la primera de ellas significa peligro y la segunda oportunidad, ya que consideran que en todas las crisis se esconden oportunidades que, debidamente aprovechadas, te fortalecen para el futuro.


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Algo parecido es lo que puede ocurrir con la edificación y la rehabilitación en los próximos meses en España, ya que actualmente se encuentran en una encrucijada entre dos posibilidades; o una recuperación fuerte que tenga un determinante efecto tractor sobre otros sectores o una lenta travesía por la parte baja de la “U”, cuyos efectos en el empleo y el bienestar social podrían ser demoledores.

Sin embargo, el apoyo a la edificación y, en especial, a la rehabilitación de edificios, que está sufriendo de forma especialmente virulenta esta crisis, puede tener unos efectos muy positivos en la generación de empleo y en la actividad económica, además de todos los beneficios ambientales, sociales y de competitividad que conlleva.

Si hablamos de cifras, el consumo de energía de los edificios representa un 30% del total. En Aragón existen 300.000 edificios, de ellos un 66% no tienen aislamiento térmico alguno y, por lo tanto, son autopistas de pérdida de calor y grandes generadores de disconfort a sus usuarios.

De la muestra de decenas de miles de certificados de eficiencia energética realizados a viviendas en nuestra región, un 80% se sitúan en las letras E, F y G, las 3 peores de la clasificación. Pero, además, un porcentaje del parque inmobiliario existente presenta falta de accesibilidad, lo que representa un problema social de primer orden.

«En Aragón existen 300.000 edificios, de ellos un 66% no tienen aislamiento térmico, y por tanto son autopistas de pérdida de calor»

Si consideramos los datos de actividad, la rehabilitación y reforma representan casi un 3% del PIB, pero con una peculiaridad importante, son actividades intensivas en mano de obra y atendidas principalmente por pymes y autónomos, con lo que cualquier crisis que les afecte tiene un especial impacto en la destrucción de empleo o viceversa.

Además, las políticas de fomento a la rehabilitación son de las que más reversión representan, ya que por cada millón de euro invertido se generan 18 puestos de trabajo, revertiendo en actividad económica real 2,6 veces su valor y generando ingresos a las arcas públicas por 1,1 veces su importe.

En medio de toda esta situación de incertidumbre, el Ayuntamiento de Zaragoza acaba de anunciar un plan de fomento de la rehabilitación con una campaña de ayudas de 6,8 millones de euros, lo que representa en este delicado momento un gran impulso anímico y de actividad para el sector, que va a redundar en el mantenimiento de gran número de puestos de trabajo.


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Estas ayudas, junto con las políticas que se están acelerando en la Unión Europea, que considera la rehabilitación de edificios como un eje estratégico, y las que el Gobierno de Aragón anunciará próximamente, hacen atisbar un hilo de esperanza en el sector, que, junto con la edificación de obra nueva, pueden convertirse en uno de los grandes dinamizadores próximos de la economía española.

Por todo ello, es la hora de apostar sin ambages por la rehabilitación, la regeneración y la renovación urbanas, ya que los efectos económicos, ambientales y sociales que generan van a ser decisivos en la sociedad española pos-COVID-19.

*Lucio de la Cruz Pérez es gerente del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Zaragoza