Aunque parezca que están ahí desde siempre sólo hace poco más de cuatro años que Ciudadanos y Podemos irrumpieron en el panorama político nacional. Con el aparente objetivo de enfrentarse a la lacra del bipartidismo se postularon como representantes de «la sociedad civil» y de «la gente», respectivamente.

Dispuestos a plantar cara y llegar a desbancar a la política tradicional, de la que los españoles ya estábamos más que hartos por entonces, prometieron dotarse de otro tipo de personas que se comportarían como otro tipo de políticos.

Pero produce una triste hilaridad constatar la sucesión de traiciones a sus promesas que tanto naranjas como morados han perpetrado en su tan corta como lamentable historia política.


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Unos han demostrado ser una eficaz agencia de colocación de tránsfugas y malabaristas ideológicos, una maquinaria de primarias bochornosas, unos espantadores de la verdadera sociedad civil más talentosa, unos artistas de la improvisación y la falta de compromiso, una garantía de incapacidad sin llegar a gobernar, un ejemplo de idolatría acrítica ante el amado líder.

Otros han batido récords inimaginables de sectarismo allá donde han gobernado, han sido incapaces de modernizar mínimamente su discurso para la creación real de riqueza, han dado alas al separatismo, han purgado con saña a quienes osaron cuestionar fondos o formas del líder supremo, incluso tragando dócilmente con sus veleidades burguesas.

¿Cómo sería actualmente la política española si aquellas declaraciones de intenciones de los «nuevos» fueran hoy mínimamente solventes?

«Supone una triste hilaridad constatar la sucesión de traiciones a sus promesas que tanto naranjas como morados han perpetrado»

Es difícil imaginar un PP y un PSOE más vulnerables que en la actualidad. Este escenario habría supuesto una oportunidad privilegiada para un verdadero cambio de los referentes electorales, al tiempo que una ventana única de autoregeneración a los denostados protagonistas del bipartidismo, por su bien y por el de todos.

Y es que el PP es hoy un partido carcomido por la falta de poder que falsamente lo unía, con un líder débil y rehén de lo peor de la derecha española más reaccionaria, salpicado por escandalosos casos de corrupción y cainismo interno, y que abochorna hasta a muchos de sus votantes de toda la vida.


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Y el PSOE, además de afectado por otros escandalosos casos de corrupción, parece una marioneta en manos de un presidente, y unos barones, que piensan en ellos mismos por encima de todo.

Principalmente Sánchez, aupado por socios poco recomendables y promesas incumplidas, y que actúa sin pudor alguno en anteponer su paso por la Historia al interés de su partido y el de sus votantes.

Por todo ello, Ciudadanos y Podemos, que dijeron que iban a ser arrasarían electoralmente hoy. Sin embargo, no lo harán. Y, lo que es peor, nada distinto pasaría si lo hicieran. Porque la esencia de la baja estofa no cambia porque quede agrupada en dos o en cuatro montones.

Aquella esperanzadora e ingenua primavera no era sino otro crudo invierno. La luz que aparentaba ser el final del túnel sólo era otra vetusta y contaminante máquina de vapor antigua y viciada, con dos vagones que se nos han venido encima.

Así que todo ha quedado en otra gran oportunidad perdida.