Aupado por los vientos de cambios políticos que vienen, por fin, desde el interior de las regiones españolas, creo que un análisis del problema de la despoblación, como sucede en Aragón, al igual que en el resto de la España interior, resulta interesante para que en las próximas elecciones los partidos políticos vean el problema, y le puedan poner soluciones, si es que quieren. Tras un análisis de los mayores núcleos de población en los últimos 500 años, ésta es la situación:

En el año 1405 estas eran las 10 mayores ciudades en el Reino de Aragón, según los estudios dirigidos por Sesma y Laliena, La población de Aragón en la Edad Media, Editorial Leyere, Zaragoza, 2004, p. 130: Zaragoza (capital, algo más del doble de población que la siguiente); Alcañiz; Calatayud; Huesca; Daroca (desaparece en la segunda lista); Borja (desaparece en la segunda lista); Teruel; Fraga; Ejea; Barbastro. En el año 2020, 615 años después, estas son las 10 mayores ciudades de la Comunidad Autónoma de Aragón (fuente INE), que abarcan el 65% del total de la población de Aragón:

  1. Zaragoza (capital, la mitad de la población de Aragón)
  2. Huesca (capital), antes 4ª
  3. Teruel (capital), antes 7ª
  4. Calatayud, antes 3ª
  5. Utebo (no está en la primera lista) ha crecido por su cercanía a Zaragoza
  6. Monzón (no está en la primera lista)
  7. Barbastro, antes 10ª
  8. Ejea, antes 9ª
  9. Alcañiz, antes 2ª
  10. Fraga, antes 8ª

Es evidente el proceso de recentralización de Aragón en torno a sus 3 grandes capitales: Zaragoza, con la mitad de la población, seguida a mucha distancia de Huesca y Teruel, también por sus respectivas capitalidades. Calatayud, abandonada a su suerte, aguanta como una jabata, y eso que está colonizada por trabajadores de Zaragoza ciudad en su administración pública y sus mayores empresas. Daroca, Borja y Alcañiz son las grandes perdedoras de nuestra historia, y Monzón, la gran ganadora a partir de la industrialización, aunque ya era un foco de atracción de población como se constata en la documentación medieval.

Por tanto, si dejamos aparte el problema de la despoblación de los pequeños municipios (menos de 500 habitantes), que a diferencia del pasado es ya un problema endémico de difícil solución, el problema de la recentralización de la población en unos pocos núcleos, como hemos visto, es un problema que nos explica el primero: la despoblación del mundo rural.

Quizás Teruel Existe (o Aragón Existe), si se presenta a las próximas elecciones, pueda visibilizar el problema, pero si las administraciones públicas, que son las que ordenan nuestro territorio, no quieren hacer nada al respecto, es decir, los políticos de Zaragoza que nos gobiernan, el mundo rural estará condenado a la desaparición definitiva, a diferencia de los vaivenes migratorios, campo-ciudad y ciudad-campo, que han existido a lo largo de la historia, en numerosas ocasiones.

Si en un pueblo pequeño no hay trabajo, la gente joven no se queda, y no hay niños, y se cierran las escuelas. Y como no hay nadie la mayor parte del día se cierra el comercio. Y sin trabajo ni comercio se pierde el resto de la población. Y la poca que queda está muy envejecida, por lo que le restan pocos años.

No es la primera vez que me pasa pero durante la instalación del Museo del Espliego, en Escorihuela (Teruel), tuve que llamar a todas las puertas de una calle para, por fin, encontrar a alguien que me dejara unas tijeras. O sentarme en Peralejos (Teruel) a echar un guiñote, porque sólo había 3 abuelicos en una mesa, pendientes de si pasaba algún conocido por el pueblo para poder jugar ese día.

Extraño horizonte nos espera si perdemos nuestros orígenes rurales, como la humanidad de los pueblos y su contacto con la naturaleza.

*Juan José Barragán es Profesor de Geografía e Historia