El vetusto estadio de La Romareda está que sea cae. Literalmente. Las localidades donde los aficionados se dejan un dinero al año, en algunos casos nada desdeñable, no está a la altura de las prestaciones de un estadio que es de lo peorcito que hay en el fútbol profesional. La ciudad de Zaragoza necesita un nuevo estadio, y de manera urgente. Está obviedad no se le escapa a nadie y no habrá quién que sea capaz de negar este hecho. Desde hace años, Zaragoza ha intentado tener un proyecto de nuevo estadio sin éxito. Entre los recursos judiciales de un proyecto o la poca visión política para otro proyecto, la realidad es que Zaragoza sigue teniendo un estadio que pasa por los pelos los filtros mínimos exigidos por la Liga.

De ahí que, cada año, haya que estar con mejoras puntuales e inversiones en zonas clave del estadio de fútbol. Pero que nunca estará el estadio tal y cómo está ahora a un nivel digno de un club como el Real Zaragoza ni de una ciudad que ya es considera en cuanto a población la cuarta de España. Precisamente, para albergar el partido de la Selección nacional por la UEFA Nations League, se tuvo que destinar hasta 500.000 euros pagados por el Ayuntamiento de Zaragoza, como propietario del estadio, para los arreglos que exigía la UEFA. En esa inversión hubo que mejorar la iluminación y la reforma de los vestuarios.

Pero sólo fue un apaño simple y así lo constató la televisión suiza sacando imágenes de las gradas, el marcador o los accesos al vestuario cuando cubrió el partido de España contra el país helvético. De hecho, hasta la Federación suiza hizo una queja formal a la UEFA por jugar en un estadio así. Con estos mimbres, tal y como está La Romareda, bastante se hace para que pueda jugar el Real Zaragoza o que los aficionados no terminen con una plancha de uralita en la cabeza.

Los apaños que han ido haciendo en La Romareda durante estos años han sido suficientes para evitar una desgracia mayor o, por qué no, la suerte no ha querido que ocurriera nada. Hace pocos años se llegaron a apuntalar las gradas huecas del estadio para que no hubiera un riesgo de derrumbe por el peso de los aficionados en sus asientos. O, lo que no es nada descabellado: ¿y si el cierzo que sopla con fuerza termina por tirar un casco del techo o un saliente del marcador? Ya en el año 2006 hubo que lamentar la caída de varios objetos de La Romareda por un fuerte vendaval. Sí, en el año 2006.

Entre tanto la vieja y poco presentable Romareda esté como esté poco tiene que hacer Zaragoza para ser referente de un partido internacional, una final de la Copa del Rey o un evento de gran relevancia. El lío político con la futura construcción de La Romareda sigue como tema recurrente en esta ciudad sin que haya un consenso, principalmente por el intento de torpedear desde la izquierda política el proceso urbanístico que ha emprendido el Ayuntamiento de Zaragoza. Entre los requerimientos del gobierno de Lambán o el recurso al TACPA de Podemos, el ruido jurídico de éstos sin aportar ningún criterio de ilegalidad sigue imponiéndose. Y no tiene ninguna lógica.

Es la primera vez que hay un anteproyecto de un estadio que será financiado por inversores privados y sin que el Ayuntamiento desembolse hasta 150 millones de euros; o la primera vez que no se haga con un aprovechamiento urbanístico de un tercero.

El estadio de La Romareda está que se cae. Ya no es tanto apelar a una futurible sede del Mundial de 2030 o a la celebración de eventos culturales o deportivos. Es cuestión de decencia y de entender que los estadios de fútbol son todo un reclamo en el año 2023. Dicen que son incluso las catedrales del siglo XXI, y puede ser. Pero lo que está claro es que Zaragoza ya no puede permitirse tener un estadio que se cae a trozos. Ni mucho menos ser noticia por una desgracia.