Los sentimientos de un país son la expresión del inconsciente colectivo que, más allá de la mera suma de valores individuales, se erigen en un hecho poderoso, y por lo tanto se convierten en algo peligroso para el autoritarismo.


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Controlar el inconsciente colectivo, como ya plasmó a mediados de los setenta Kadaré en El palacio de los Sueños, -alegoría del régimen comunista albanés en el que el régimen ordenaba a todos los ciudadanos enviar sus sueños por escrito para ser analizados, censurados y en su caso castigados- ha sido siempre una obsesión de aquellos que no creen en la libertad individual.

Asistimos a un lento pero continuo intento de control de nuestros sentimientos a través de algo tangible, duro pero tangible, como es la cifra de fallecidos diarios a consecuencia del coronavirus. A los cambios en el sistema del cómputo de los fallecidos, a los protocolos para evitar que, pese a dar positivo, se compute como tal, a los retrasos -cuando no colapso- de nuestros registros civiles, se unen las prohibiciones gubernamentales -partidistas- de mostrar signos de luto.

La ocultación del duelo de familias afectadas es la muestra evidente de que se pretende no solo convertir a nuestros mayores, a sanitarios y a españoles de toda condición, en meras cifras, sino que esas cifras pretenden ser controladas para maniatar el sentimiento de todo un país. Ni en nuestras peores pesadillas encontraríamos que se nos permitiera salir al balcón cada tarde a sonreír, pero que no pudiéramos llorar a nuestros amigos y familiares muertos.

«La ocultación del duelo de familias afectadas es la muestra de que las cifras son controladas para maniatar el sentimiento de todo un país»

Frente a este impúdico intento de control del inconsciente colectivo a través de las cifras, la verdad se esconde, paradojas de la ciencia, en ellas mismas. Desde el año 2004 el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III gestiona el Sistema de Vigilancia de la Mortalidad diaria -MoMo-.

MoMo identifica desviaciones de mortalidad diaria observadas en relación a series históricas. Un sistema creado para controlar olas de calor y sus consecuencias es ahora juez y parte de una amenaza como no hemos conocido los nacidos en la segunda mitad del siglo XX.

En el periodo que transcurre entre el 23 de marzo y el 15 de abril el sistema MoMo del Ministerio de Ciencia mostraba un total de 1424 fallecidos en nuestra comunidad autónoma, lo que significa un aumento, según lo recogido en el mismo periodo en años anteriores, de 690 personas, lo que se traduce en un incremento del 94%.

Las cifras oficiales de fallecidos imputados al coronavirus hablaban para el mismo periodo de 460 personas, por lo que siendo obvio que el diferencial de 230 fallecidos no debe ser imputado al coronavirus, no es menos obvio que la gran mayoría sí lo es.


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El censor de sueños de Kadáre, que se vio obligado a ambientar su historia en pleno Imperio Otomano a fin de burlar la censura del régimen comunista albanés, se ahogó en la administración del poder absoluto, consciente de que el estado de ánimo de un pueblo no se puede esconder eternamente.

Como él, los españoles merecemos conocer la verdad que arrojan las cifras, que por frías que parezcan, no son sino la antesala de los nombres, las caras de cada uno de los españoles que han dado su vida y merecen ser recordados, reconocidos y por qué no, llorados.

*Pedro Navarro es diputado por el Partido Popular en el Congreso