Dicta nuestro Estatuto de Autonomía que las lenguas de Aragón constituyen “una de las manifestaciones más destacadas del patrimonio histórico y cultural aragonés”. Así, las instituciones políticas aragonesas deben velar por la protección y promoción de nuestro patrimonio lingüístico. Deben ser capaces de evitar la desaparición de las modalidades lingüísticas más amenazadas (recordemos que la UNESCO ha reconocido que el aragonés está en peligro de extinción) y también de regular los derechos de los hablantes sin incurrir en ningún tipo de discriminación. Y ahí debe terminar su cometido.

Tan importante es que nuestras instituciones protejan nuestro patrimonio como que no se lo apropien para intereses de índole política. Las lenguas son de todos. Representan valores de respeto y entendimiento. Cuando pertenecen a las personas y no a los territorios, cuando se hablan y no se imponen, las lenguas incrementan sustancialmente la riqueza cultural y la tolerancia en nuestra sociedad.

Los liberales aragoneses vemos con preocupación la deriva de la gestión de las lenguas en nuestra comunidad. La cesión que se hace desde el Gobierno de Aragón de la “política lingüística” a un partido nacionalista no puede traer nada bueno para la convivencia y la protección de nuestro patrimonio. En manos de los nacionalistas, las lenguas se convierten en instrumentos de construcción de falsas identidades colectivas.

Si miramos a nuestros vecinos catalanes veremos cómo el nacionalismo ha conseguido convertir una lengua hablada, el catalán, en una lengua impuesta, símbolo de pureza y falsa identidad catalana. Millones de catalanes, y los 30.000 aragoneses que viven en Cataluña, ven vulnerados diariamente sus derechos lingüísticos al no poder recibir clases en castellano en las escuelas. No queremos que en Aragón se reproduzcan estos comportamientos extremistas. Queremos que los aragoneses sigan siendo libres de hablar la lengua que les apetezca sin que ningún político les venga a decir qué lengua hablan o qué lengua deben hablar.

Y para ello es fundamental no politizar el uso de las lenguas. Recientemente se ha dado el pistoletazo de salida a la Academia Aragonesa de la Lengua. Es clave que el Gobierno aragonés garantice su objetividad e independencia para que pueda cumplir con el cometido de ser la institución científica oficial en materia de lenguas de Aragón.

Si no se garantiza esta independencia, la influencia nacionalista sobre la Academia Aragonesa de la Lengua conlleva dos peligros que hay que evitar a toda costa. El primero de ellos es la mutilación de la riqueza y variedad de todas nuestras modalidades lingüísticas bajo el supuesto paraguas del establecimiento de una gramática oficial.

Es necesario poner los esfuerzos en la protección y promoción y evitar cualquier homogeneización que siga el dictado de los políticos. El segundo de los peligros acecha en forma del “Institut aragonès del català”, integrado formalmente en la Academia. En el Aragón oriental, donde se hablan distintas modalidades lingüísticas, existe un importante rechazo por parte de los hablantes a usar el nombre de “catalán”; rechazo que se ve incrementado ante los frecuentes ataques del pancatalanismo que campa a sus anchas en nuestra comunidad vecina. Los liberales somos muy conscientes del peligro nacionalista.

Cualquier acción de la Academia Aragonesa de la Lengua, incluido el “Institut aragonès del català”, puede significar un paso más en la destrucción de nuestro patrimonio lingüístico y en la imposición de un pancatalanismo discriminatorio. Avisados estamos. Carlos Trullén Calvo Portavoz de Educación, Cultura y Deporte de Cs en las Cortes de Aragón.

*Carlos Trullén Calvo es Portavoz de Educación, Cultura y Deporte de Ciudadanos en las Cortes de Aragón.