13 de marzo, de repente y sin previo aviso, nos vemos despojados de nuestra cotidianidad, del contacto emotivo y sincero con nuestros educandos, de esa chispa en su mirada al cruzar el umbral del aula, de ese abrazo al terminar la jornada lectiva, y así, casi sin poder despedirnos, terminó aquel viernes que hoy recordamos tan lejano.


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Pistoletazo de salida para la vertiginosa carrera de sálvese quien pueda promovida desde las altas esferas que gestionan la Educación en nuestro país. Desde ese momento, había que garantizar la excelente calidad de nuestro sistema educativo. Para ello, bien se encargaron de redactar un buen número de instrucciones, pero se volvieron a olvidar de lo importante.

La calidad de la Educación de nuestro país no depende de las múltiples modificaciones, en las que nunca se han puesto ustedes de acuerdo, realizadas sobre la Ley que nos regula o de las instrucciones de organización de centros para este periodo pandémico, depende exclusivamente de poner el foco y la prioridad en ellos, los niños, y, por ende, en los que desarrollamos nuestra vocación profesional en las aulas. Pero ustedes están por encima de eso.

Después de 3 semanas lectivas en las que, con sentido común y apoyados en el calendario escolar, se generalizaron las propuestas de repaso a lo ya trabajado en aula, con la única finalidad de dar margen de reacción a familias y niños, llegan ustedes a la, anual, Operación Retorno de Semana Santa y se vuelven a olvidar de ellos, porque, si fuesen su prioridad, abogarían por su bienestar emocional y hubiesen valorado no acrecentar esas brechas que está situación ha generado entre las múltiples y variadas situaciones familiares que nosotros bien conocemos. Pero eso a ustedes les da igual.

Así que este es el escenario actual, comienzo de un periodo lectivo en el que se mantienen las medidas de actividad docente no presencial. Avanzaremos materia, tal y como se nos exige, adaptaremos programaciones, haremos malabares para poder evaluar y calificar a nuestros alumnos, pero ustedes ya contaban con ello.


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Saben en quién depositan la responsabilidad, porque hemos demostrado, en esta situación de incertidumbre tan excepcional, la capacidad de adaptarnos de forma ávida a los nuevos entornos de aprendizaje y así llevar a cabo nuestra labor, al igual que en los periodos ordinarios, de la mejor manera posible, hemos asumido el peso de la crítica (porque nunca lo haremos bien para todos), el descrédito de toda aquella gente que dice que cobramos sin trabajar y muchas otras piedras que hacen que nuestra mochila sea algo más pesada en estos tiempos complejos.

Pero nosotros lo asumimos con una sonrisa que maquilla nuestra preocupación interna, la preocupación por ser capaces de, en estos días difíciles, llegar a todos ellos, a esos que para ustedes son…los eternos olvidados.

Pónganse a su altura y mírenles al corazón. Ahí empieza todo, porque son nuestro futuro.

*Ángel Miguel Cihuelo es maestro de Educación Primaria