Hay grandes libros en el mundo y grandes mundos en los libros. Al igual que los hay en los cuadros, en las canciones, en el ballet o en la vida de cada uno de nosotros. Hay mundos en cada día, cada hora, cada minuto, cada suspiro. Pero también los hay en un capote.

Sí, has leído bien, todo en la vida tiene un mundo, un mundo que en el presente, en el aquí, en el ahora, vive su mayor esplendor y también lo tiene un capote.

Vivimos en una sociedad que avanza muy rápido, que pone demasiadas etiquetas, que rechaza todo aquello que no entiende o que le ha hecho no entender. Una sociedad que carece en ocasiones de transversalidad e incluso de empatía con el prójimo por lo que piensa o por lo qué es. Vivimos en la era de la rapidez, en la era de pensar constantemente, de vivir pensando en el futuro mientras nos acordamos del pasado sin darnos cuenta de que, el presente, solo se puede disfrutar ahora mismo, y que ese presente será la melancolía del futuro.

Quien suscribe, era (es) uno de esos que en alguna ocasión, ha (he) juzgado antes de hora, sin intentar entender el porqué del prójimo, a quien han juzgado y juzgan, que ha (he) tenido que equivocarse, caerse y levantarse para aprender a vivir el presente, para comenzar a vivir desde el interior, con la intención de defender su (mi) verdad, que no tiene por qué ser la de los demás. Verdad que va implícita en su (mi) propósito y su (mi) SER, con todas las consecuencias pero con la mayor justicia posible: no la que emana de los demás sino la suya (mía) propia, dentro de la honradez y respetuosidad.

Te invito a conocer el mundo que habita en mi capote, en mi profesión y en mi vida, desde el interior, desde el presente, desde lo que soy y lo que vivo, sin definición de hablar de algo en concreto, sino de todo aquello que me hacer SER, vivir, amar, y sentir todo a lo que mi profesión “me lleva” de manera directa o indirecta.

Nos vemos todos los martes en esta tribuna.