El sector turístico es una industria de servicios que tiene lugar en un mercado que se configura en torno a productos, personas y procesos. Dependiendo de cómo sean estos tres vectores, la cantidad y cualidad de los clientes será una u otra.

Algunos radicales, ingenuos o descerebrados (o las tres cosas) están protagonizando una campaña de acoso a la principal fuente de ingresos directos e indirectos de España que está teniendo una incomprensible e indeseable notoriedad en los medios de comunicación.

Entre que en verano hay poco que contar y que el guerracivilismo político y mediático nunca descansa nos encontramos ante una serpiente de verano que como crezca puede convertirse en un monstruo incontrolable y peligroso.

Una de las pintadas de Barcelona pide a los turistas que se vayan y da la bienvenida a los refugiados / H.A

Como en todo, estoy convencido que se dan situaciones de abuso e indefensión frente al turismo incontrolado ante las que corresponde articular soluciones específicas. Pero pretender pegarle fuego a la barraca porque haya algún clavo fuera de lugar es una estrategia mezquina y despreciable.

En general sobran leyes y falta voluntad real y responsabilidad para hacer cumplir las que ya existen. Sólo con eso, podrían desaparecer los problemas más acuciantes.

«Pero pretender pegarle fuego a la barraca porque haya algún clavo fuera de lugar es una estrategia mezquina y despreciable»

Llama la atención que la idea de un turismo más ordenado sea reivindicada mediante la antítesis del orden que son los actos violentos. Sorprende que la aparente oposición al turismo de borrachera sea protagonizada en muchas casos por bebedores callejeros o borrachos mentales.

Los habituales que se amparan en una celebración deportiva, en unas fiestas populares o en las costumbres anárquicas de una zona con alta densidad de bares para causar destrozos o perturbar la tranquilidad que merecen siempre los vecinos que grotescamente dicen defender. Incluso muchos de los mismos que denigran los alquileres turísticos apoyan y defienden ocupaciones ilegales.

Las juventudes de las CUP boicotearon un bus turístico en Barcelona / H.A

Una vez más el problema no está en el radicalismo de unos pocos sino en la abulia de la mayoría y, sobre todo, en el ventajismo de los políticos que aprovechan cualquier ocasión para sacudirse entre ellos aún a costa del perjuicio económico general y del deterioro social y de convivencia.

«Llama la atención que la idea de un turismo más ordenado sea reivindicada mediante la antítesis del orden que son los actos violentos»

Los independentistas más radicales aprovechan para perjudicar todo lo posible la imagen y recursos de España. Mientras que los podemitas y adláteres intentan sacar provecho del cuanto peor mejor. En algunos casos, como el de la inteligentísima y peligrosa Ada Colau, dedicándose a tirar la piedra y esconder la mano.

En Mallorca ya no hay turismofobia, es ‘germanofobia’ / H.A

Aterra contemplar en manos de qué individuos están palancas políticas relevantes para el bienestar de la ciudadadania. Pero este espectáculo de insensatez resulta especialmente bochornoso e indignante en el País Vasco, donde se las dan de defensores de los vecinos los mismos que miraban para otro lado o jaleaban los crímenes o violencia contra vecinos hace no mucho tiempo.

Lo más preocupante es contemplar como estas hordas de enemigos de todo lo que no sea su secta funcionan como un ejército bien aleccionado y disciplinado. Por contra, los demás acabamos bailando al son que nos tocan y con la agenda que nos marcan; y manejamos individualmente nuestra indignación sin ninguna protección ni liderazgo por parte de la clase política «civilizada«.

Pero como casi siempre que alguien se pasa de la raya, vaticino que la militancia turismofóbica les va a poner en contra a miles de trabajadores que van a perder sus puestos de trabajo, y en cuanto a los turistas (los extranjeros y los mismos españoles como turistas domésticos) empiecen a dejar de acudir donde se sienta el rechazo o se tema por la seguridad.

Al igual que con su posición ante la tiranía de Venezuela; esta estúpida manía persecutoria a la principal fuente de ingresos de España va a ser un techo electoral, si no una tumba, para Podemos, IU, sus mareas y comunes y sus mariachis.

«Esta estúpida manía persecutoria a la principal fuente de ingresos de España va a ser un techo electoral, si no una tumba, para Podemos»

En cuanto a los salvajes que cometen o anuncian actos violentos, si ningún político incompetente con mando en temas de seguridad se pone de perfil, la policía y la justicia sabrán ponerlos en su lugar.

A los españoles nos ha costado mucho llegar hasta aquí para que esta gentuza nos venga a reventar la convivencia con los que nos visitan y entre nosotros mismos como turistas internos.