En este artículo trataré de explicar a los lectores, desde una óptica veterinaria y rural, la importante contestación sectorial, profesional e incluso política, asociada a la dudosa campañamenos carne, más vida promulgada desde el Ministerio de Consumo, liderado por Alberto Garzón. Al señor ministro, le recomendaría la lectura de “El arte de la prudencia” del ilustre aragonés Baltasar Gracián.

Se ha atacado directa y notoriamente, con información tendenciosa y sesgada al sector ganadero nacional. Por ello los principales agentes implicados como el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, sindicatos agrarios, interprofesionales cárnicas, colegios profesionales veterinarios y científicos expertos en la materia, han respondido con una contundencia e inmediatez poco frecuente. Es destacable, hasta la expresión del señor Sanchez, como jefe del ejecutivo: «Sobre esta polémica, lo diré en términos muy personales: a mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible».

Para un análisis de situación, entiendo que se debería tener en cuenta que el excelentísimo señor Garzón es licenciado en economía; y por tanto su especialización sobre nutrición, seguridad alimentaria, ganadería, zootecnia, ecosistemas o mundo rural es como mínimo relativa. A nivel personal, y sin atender a ninguna orientación política, se me torna complicado entender que un ministerio o consejería no esté dirigido por un responsable con conocimientos y experiencia mínima en las materias de su competencia.

La producción animal desde la profesión veterinaria es entendida como conocimientos, técnicas y sistemas para la crianza de animales aplicados para obtener productos útiles al ser humano, a la vez que sanos, seguros, saludables y sostenibles. Pilares de esta producción, además de imperativos legales (especialmente exigentes en la Unión Europea) es el respeto al medio ambiente, y la protección animal. En los sistemas intensivos (porcinos, aves…), donde España, es referente internacional en innovación, bioseguridad, bienestar animal y reducción de emisiones; la exigencia normativa es mayor si cabe.

Esto no es una cuestión baladí; ya que se garantiza el abastecimiento alimentario de la población (no están tan lejos, los días puntuales de lineales vacíos de supermercados en pandemia y la incertidumbre que a todos nos generaba…). A la vez que es un pilar fundamental de los ecosistemas agrosilvopastorales típicos de la península ibérica; sin la intervención humana, el equilibrio primigenio de nuestra naturaleza y su biodiversidad se verían seriamente amenazados (como ejemplo, el mejor sistema preventivo de incendios forestales es el pastoreo). Igualmente, no podemos olvidar los cientos de empleos de familias rurales, y la economía generada en torno a esta actividad. Recuerden, este el verdadero significado de sostenibilidad en todas sus vertientes: social, económica y ambiental.

Antes de este tipo de campañas, se precisan datos científicos y veraces analizados de forma consensuada con los principales agentes implicados. En esta línea, sería de obligada lectura la carta abierta remitida de las interprofesiones ganadero-cárnicas al ministro Garzón con información contundente, de la cual hago un pequeño extracto, respecto a:

-Los beneficios del consumo equilibrado de carne para la salud, España es el país más saludable del mundo (según el ranking de Bloomberg, Healthiest Country Index).

-La contaminación asociada a los Gases de Efecto Invernadero (GEI) Según los recientes datos oficiales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico-, la producción ganadera de carne representa únicamente el 7,8% del total de emisiones de GEI de nuestro país. Por el contrario, el transporte supone el 27% de esas emisiones, seguido por la industria con un 19,9%, la generación de electricidad (17,8%), el consumo de combustibles (8,5%) o los procesos industriales y uso de otros productos (8%).

-Respecto al uso de antibióticos, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) indica que España redujo un 58.8% de las ventas de antibióticos veterinarios entre 2014 y 2019. No debemos olvidar, que su empleo por imperativo legal es estrictamente terapéutico, para garantizar el consumo de alimentos de origen animal con el mínimo riesgo de enfermedades de origen infeccioso o por residuos asociados.

En definitiva, el sector ganadero es un sector estratégico, y nadie lo puede poner en duda. Pero no podemos olvidar, que al mismo tiempo es extremadamente vulnerable por especulación, volatilidad de precios, factores climáticos, restricciones sanitarias, falta de mano de obra… Así pues, se hace indispensable desde los poderes públicos y los grandes medios de comunicación, ya que su apoyo es muy limitado, al menos evitar los ataques directos como los formulados en esta campaña basados en la teoría del bulo y en la distorsión sociopolítica de la realidad.

*Nicolás Urbani es Veterinario rural especialista en agroganadería, caza, bienestar animal y calidad alimentaria.