El mar está revuelto y el corazón ahogado desde el inicio.

Saben que el riesgo es mínimo porque salen del infierno y todo aquello que esté por llegar no será más que pequeños peldaños hacia una luz.

Y esa luz, en mitad de la noche, te alumbra y te pregunta:

– ¿De dónde sois?
– De la tierra, responden.

Y esperan que sea el final del viaje. Pero no es así.

Muchos han muerto por el camino, han palidecido en orillas de arena sangrienta, se han rendido en cualquier desierto o se han sacrificado para que sus pequeños si que lleguen.

Sobrevivir o sobremorir.

Suben al norte para buscar una vida mejor donde poder sentirse como humanos. Y nosotros les señalizamos el camino.

Es fácil encontrarlo.

Fronteras como gigantes, concertinas, retenciones, pelotas de goma, alambres de espino. Nos ahorramos los gases lacrimógenos porque no tienen más por lo qué llorar.

Pero cuando llegan caminando sobre los cadáveres ahogados que les precedieron, Europa se alarma.

La historia siempre se repite. Ahora como estamos mejor nos ponemos la venda y dejamos que el tiempo lo solucione.

Año 1957, centenares de miles de españoles se exiliaron por la tragedia de una dictadura y las consecuencias de una guerra de hermanos. Igual que ellos ahora.

Hace pocos meses – aún pienso en ello – me encontraba en un campo de refugiados reventándome la conciencia y sufriendo más por los que me leéis ahora que por ellos.

Y es muy triste, si. Lo sé.

Una familia de refugiados al llegar a la isla griega de Lesbos - ACNUR

Una familia de refugiados al llegar a la isla griega de Lesbos – ACNUR

Os lo pregunto sinceramente, ¿de verdad se lo merecen?

En pocos meses miles de bañistas descansarán en cualquier playa de “nuestra” frontera. ¿Qué pasaría sí cientos de (in)migrantes llegaran a la orilla con sus pateras en forma de miseria?

No lo sé. Prefiero seguir creyendo en el ser humano.

Todos queremos combatir injusticias, la pobreza y el terrorismo. Todos somos Charlie. Unimos nuestras manos para luchar contra el terrorismo pero acabamos luchando contra quienes huyen de él.

“Unimos nuestras manos para luchar contra el terrorismo pero acabamos luchando contra quiénes huyen de él”

Recuerdo un momento hace años y me estremezco aún. Se respiraba juventud e inocencia. Sonaba “Imagine” de John Lennon.

“Imagina que no hay países, no es difícil de hacer, nadie por quien matar o morir, ni religión tampoco.
Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz”

Alguien susurró, como sí fuera un hilo desde dentro del alma:

“Debe ser lo más parecido al cielo”

No solo abramos fronteras. Abramos nuestra mente. Hagamos nuestro el cielo.

 

*Escrito el 2 de septiembre de 2015, y lamentablemente aún vigente.