Nuestros hijos vivirán peor que nosotros. Casi lo hemos asumido, pandemia  y cuatripartito de Aragón mediante, y los datos del desempleo juvenil evidencian la triste herencia que acompañará a las nuevas generaciones. No es un problema general sino concreto: en España y en Aragón despedimos el 2020 con la mayor tasa de paro juvenil de toda la Unión Europea.


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Construir un proyecto vital, cotizar, poner en práctica años de estudios, desarrollarse profesionalmente, adquirir una vivienda y formar una familia son solo asuntos pendientes cuando no se tienen ingresos. Todo ello además acarrea una pobreza económica que se arrastra durante años y también una pobreza social que lastra las oportunidades de todos, desde los más pequeños hasta los ancianos, y nos hace retroceder varias décadas.

La tasa de paro juvenil es del 40%. ¿Y eso en qué se traduce? En que estamos ante el germen de una generación fallida: jóvenes formados, bilingües (como mínimo) y nativos digitales sin trabajo, sin futuro y sin posibilidad de generar riqueza.

Recientemente he defendido en las Cortes de Aragón dos iniciativas para incentivar el empleo. Pedía lo que me parece lo mínimo: un plan para incentivar el empleo juvenil, para evitar la feminización del paro y las dificultades en el mundo rural.

Además, proponía dar ayudas a empresas que han tenido que cerrar o que pueden reconvertirse. Como viene siendo habitual, los partidos del cuatripartito, PSOE, Podemos, CHA y PAR han votado en contra de aprobarlas.

Pero no me acostumbro al sectarismo por más que sea un mal en auge en nuestro entorno y me hago cruces: ¿para qué sirve un Parlamento si no aprobamos ni siquiera lo fundamental?


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Los partidos de la izquierda y el PAR fían todo al Pacto de la Reconstrucción, un documento consensuado hace casi un año del que no hay noticia de su cumplimiento ni revisión en marcha, a pesar de que vamos por la cuarta ola y de que hablar de cambios e incertidumbres se queda corto.

Lo que discutíamos en Las Cortes, no nos engañemos, es si sigue vigente el pacto intergeneracional o no. Sin futuro para los jóvenes, no hay futuro para el territorio ni hay futuro para las pensiones porque no habrá nadie para pagarlas.

La consigna de la izquierda es votar en contra: pero ni estamos por encima de la media ni el Pacto da sus frutos. Esconderse tras el acuerdo escenificado hace un año no nos salvará ni ayudará a nuestros hijos. Por eso seguiré diciendo ‘qué tropa’ pero al mismo tiempo estaré en las Cortes de Aragón defendiendo a nuestros autónomos, comercios, pequeños empresarios, hosteleros, sector de la nieve y en definitiva, a todos los aragoneses. Yo me lo creo.

*Javier Campoy Monreal es diputado del PP en las Cortes de Aragón