Mientras estaba esperando que me dieran mi café, oí esta frase: ¡Pensábamos que nos íbamos a salvar, pero Uber va a venir a Zaragoza!

Si no fuera porque sabía de lo que estaban hablando, al ver su cara mientras lo decía, no sé si estaba hablando de la próxima llegada de los Transformers a nuestra ciudad o del grupo de moda de los 40 principales.

Quizá se sentiría que Aragón sería como la aldea gala de Asterix y Obelix, y que las empresas innovadoras que están transformando el mundo, nunca llegarían a querer entrar en nuestra Comunidad Autónoma.

¡Pues ya están aquí!


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No voy a hablar ni quiero meterme en la cuestión de las condiciones laborales, los favores del Estado ni cosas parecidas, así quien esté esperando algo así, lo siento, no hablo de eso.

Me apetece hablar de un endémico que hay en la sociedad y en las marcas sobre todo, la envidia, en definitiva, el miedo.

Lo que veo que ocurre con las empresas nacidas de esta revolución digital que estamos viviendo, que en vez de aprender de ellas, les tenemos miedo. Antes de que se quieran implantar en nuestra sociedad, ponemos leyes para poner límites a este tipo de empresa.

Que conste que no estoy promulgando el libre albedrío, ni nada parecido. Que todos tenemos que tener unas leyes que seguir para el bien común, desde luego.

«Un endémico que hay en la sociedad y en las marcas sobre todo, la envidia, en definitiva, el miedo»

Durante todo este proceso internacional, no he conocido a nadie personalmente que me he haya dicho, “La verdad que me gustaría saber cómo lo hacen…Me gustaría investigar como una marca puede convertirse en mundial con una simple idea…”.

Si alguien lo ha pensado, por favor, que me lo diga, porque yo no lo he oído.

Al revés, más bien miedos, quejas, protestas…

Esto es como las madres, cuando les protestas porque te han puesto algo nuevo para comer o es lunes de “verdura”.

Protestas, pondrás morros e intentas no comértelo por activa y por pasiva, pero quieras o no, vas a tener que aprender a convivir con las verduras en tu vida.

Pues aquí pasa igual, se nos llena la boca con que lideremos la revolución digital, que hagamos eventos innovadores, que traigamos los mejores ponentes, que nuestra ciudad y comunidad se lo merece igual o más que las demás, pero cuando viene una empresa nueva, lo primero que hacemos son leyes, para decirles: “De aquí no os salgáis porque tendréis consecuencias”.

En vez de preguntar cómo lo han conseguido, cómo han llegado hasta donde están, cómo es su forma de ver la vida, de liderar, de contratar a gente, cómo forman los equipos, antes que eso, reaccionamos con miedo, ira y rabia.


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Quieras o no las cosas cambian. Quieras o no, no creas que lo que estás haciendo en estos momentos, vas a seguir haciéndolo así de esta manera, porque las cosas cambian. Mejor dicho, no es que las cosas cambian, las cosas evolucionan.

Mientras te aferres a lo que estás haciendo como si fueras Golum con tu anillo, te aseguro que vendrá otro que cuando menos te lo esperes, te lo quitará, y los demás lo considerarán como el rey del mundo, en esos momentos.

«Se nos llena la boca con que lideremos la revolución digital, pero cuando viene una empresa nueva, lo primero que hacemos son leyes»

Es nuestro ego con el miedo por bandera, el que nos hace tildar de “parias” a la competencia.

Porque en el fondo sabe que le pueden quitar lo que se ha ganado hasta la fecha. Pues sí, alma de cántaro, si sabes que te lo pueden quitar, ¿a qué esperas?

Innova. Dale una vuelta a tu producto.

Únete con otras empresas que puedan ser complementarias, rediseña tu marca, crea nuevos productos…Lo que pasa que te has “dormido en los laureles” pensando que tenías todo el pescado vendido y ahora viene un “mocoso” y te lo ha robado.

Y a patalear, diciendo que la culpa de todo la tienen otros y tú santo y bueno.

Empecemos a implementar en nuestras vidas y empresas, la mejora continua de verdad y no a prisa y corriendo cuando venga la competencia.

Y como aprendamos de los mejores, que por algo lo son.

Porque una marca no se distingue por la tranquilidad de su cuenta de resultados, sino por lo que produce en los futuros clientes y en el valor añadido que aporta en ellos.