Tan solo unos días después de la espectacular gesta conseguida por Rafa Nadal al ganar su cuarto Abierto de Estados Unidos, Grand Slam número diecinueve de su palmarés, se puede apreciar como el deporte, en general, y el tenis, en particular, está cambiando debido al uso de las últimas tecnologías.


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Mientras los tenistas juegan, se va generando un gran volumen de datos, de información desordenada, sin orden ni concierto. Y aquí es donde aparece el Big Data y su revolución.

Diversos estudios de la Victoria University de Melbourne pretenden mostrar aspectos del juego que hasta ahora se desconocen, utilizando desde reconocimiento facial a movimientos corporales que buscan identificar diferentes tendencias como, por ejemplo, si un jugador va a ganar o no el próximo punto.

Cuando un jugador está contrariado tiene altas probabilidades de perder el siguiente punto, mientras que, si el jugador está exultante, aumenta un 19% las posibilidades de ganar el próximo punto en juego.


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Todo este conocimiento no solo es útil para que entrenadores y jugadores puedan alcanzar unos niveles de mejora brutales, sino que también es capaz de captar la atención de todos los espectadores proporcionándoles una información que les permite soñar con el deporte que les apasiona.

Saber la altura a la que golpea la bola en un saque un jugador que termina ganando el punto, el tiempo medio que tarda un jugador en pegar la pelota después de bote, y que movimientos hace un jugador antes de ganar un punto decisivo son ejemplos del conocimiento que se está alcanzando debido al análisis de grandes volúmenes de datos y convirtiendo estos en información.

Y también está la salud, si queremos espectáculo, necesitamos tenistas sanos y, como está sucediendo con Roger Federer (38 años), Rafa Nadal (33 años) y Novak Djokovic (32 años) sus carreras cada vez se alargan más en el tiempo.


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El análisis de todos los datos que se producen durante sus partidos permite sacar a la luz múltiples características de pisada, movimientos erróneos y hasta la relación entre el deterioro físico y la cantidad histórica de partidos jugados por superficie, lo que les proporciona patrones para cambiar sus comportamientos y así evitar lesiones.

El tenis está cambiando de una forma que nunca se podía imaginar, mientras, los tenistas juegan, Rafa gana y el Big Data hace el resto.