No sólo Aragón tiene que estar orgulloso de las marcas de cada una de sus capitales de provincia.

De las marcas que desde nuestra Comunidad exportan a todo el país y a muchos países del mundo.

No sólo de deportistas que alcanzan hitos increíbles.

Sino que una parte muy importante de la ‘Marca Aragón’ la conforman las small citiesLos pueblos.


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Todos tenemos un pueblo. O hemos tenido experiencias únicas en ellos, que nos ha dejado marca para siempre.

En la actualidad, Aragón cuenta con un total de 731 pueblos. Y para cada uno de los habitantes de ellos, el suyo es el mejor. La guerra entre Trump y Corea del Norte se queda en nada, cuando se juntan dos personas de pueblos rivales.

Si fuéramos objetivos, veríamos que aunque faltasen muchas cosas para que fuera considerado como un producto excelente, su lucha encarnizada, lo que han vivido allí, las sensaciones que han conocido por sus calles, los convierten en unos verdaderos embajadores de la marca de su pueblo.


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Ya les gustaría a muchos “jefes” que sus trabajadores defendieran así sus empresas, a pesar de su liderazgo y falta de motivación que reciben.

La marca de un pueblo no solamente la forman sus habitantes. Sino también quienes lo visitan por motivos profesionales o de ocio, creando más embajadores de la marca del mismo, en función de la satisfacción de las experiencias vividas allí.

Pueblos que están formados por “tribus”. Tribus que tienen por estandarte los motes con los que cada uno de sus habitantes son encuadrados. ¿No están las empresas formadas por tribus, llamadas departamentos?


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Entrar en tu pueblo, es saber que vas a vivir el estilo de vida que quieres y necesitas en ese momento. Tendrás naturaleza. Te olvidarás del reloj sabiendo que solo tienes el presente por delante. Hasta te olvidarás que tienes redes sociales que mantener.

Nos acordamos más de nuestro pueblo que de la última ciudad que hemos visitado. ¿Por qué? Porqué representa el estilo de vida que queremos en nuestra vida. Nos aporta emociones, sensaciones que no olvidamos ni querremos olvidar.

Sin que ellos lo sepan, son las primeras marcas que dejan una huella en nuestro corazón. Y lo mejor de todo, sin que ellas lo sepan, sin publicidades ni persuasiones. No hace falta que nos pidan que volvamos a ellas en algún momento crítico, que las promocionemos entre nuestra gente y amigos o demos ideas para hacerlas aún mejor.

No hace falta que lo pidan, nosotros lo hacemos muy gustosamente.

Conocemos antes el eslogan, los motes de cada uno de los conciudadanos que lo habitan, el color de los cachirulos en fiestas, que el nombre del vecino de nuestro rellano.

¿La innovación? No se aprende como nos hacen creer para momentos críticos. Allí está al orden del día.

Eso de probar con diferentes cosas que tenemos a mano, hasta dar con la solución que nos haga seguir adelante, está al orden del día.

Y no hace falta ni mirar a internet ni tampoco hacer un curso de miles de euros que te enseñan a hacerte creer que puedes ser igual de creativo que Steve Jobs o Walt Disney.

¿O es qué no hemos creado cenas inimaginables, con 4 cosas que teníamos cada uno y acaba siendo un evento que nunca olvidaremos?


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Pero al igual que la disrupción es inherente, el emprender florece sale de nosotros con plena facilidad. Nos enseñan a crear sueños empresariales siempre basándonos en historias felices de emprendedores del otro lado del charco. Pero las cosas no son tan ideales como nos las cuentan.

En el pueblo aprendes a caerte y levantarte. Sabes lo que es el esfuerzo, cuando realmente quieres alcanzar una meta y la importancia del equipo ya que tú solo no lo conseguirás nunca.

¿Y en los pueblos no se aprende a liderar una peña o hacer unas fiestas? ¿No se aprende a hacer cultura de pueblo?

Pero es mejor llamarlo Employer Branding y decir que hemos hecho un curso que nos ha costado un pastón que en el fondo no pondremos nunca en marca.

Los mejores diseños son los más simples. Las marcas más memorables son las más transparentes. Los productos más recordados los que producen una sonrisa aún pasado tiempo tras haberlos degustado. Y todo ello lo hemos aprendido en el pueblo.

Fijémonos más en ellos, líderes de empresas e instituciones.