Estamos inmersos en un problema de Salud Pública respecto al coronavirus aunque la población hace unos días percibía este problema como algo menor al restarle importancia comparándola con la gripe.

Probablemente era la conversación de muchos cafés en nuestro país, hasta ayer, donde el tema se complica por nuestra longeva sociedad y por la alta movilidad personal.


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La población asume que podemos convivir con este virus tal y como ya se da con el virus de la pandemia de la gripe del 2009 y quizá aún es pronto para darle la razón.

Ayer mismo nos pedían que fuéramos solidarios y consecuentes con nuestros actos. Lo que está claro es que como sociedad tenemos derechos y obligaciones, tal y como lo indica nuestra constitución. También lo dice, aunque no escrito, las leyes de convivencia cotidiana.

Desde ayer en Madrid y País Vasco se han adoptado medidas que van más allá de la detección de casos, y es el cierre de Centros Educativos a todos los niveles, cuidar a nuestros mayores, así como evitar aglomeraciones y continuar con las medidas de higienes básicas.

Hace unos días el Ministro de Sanidad llamaba a la cancelación de actos que congregarán a mucha gente, principalmente en zonas de mayor contagio. ¿Entonces dónde se debe centrar la lógica y la obligación como sociedad?

Está claro que hay muchas dudas y muchas mejoras que se tendrán que valorar una vez pase la situación emergente y es allí donde saldrán los aciertos y los errores como sociedad. Mientras tanto debemos tener claro, que el uso de mascarillas no es una medida eficaz para prevenir la infección del virus.

Tenemos en nuestras manos, nunca mejor dicho, la solución para evitar la trasmisión: lavado frecuente de manos con agua y jabón o con sustancia hidroalcohol. 

Así como estornudar en codo o en pañuelos desechables. Vamos a hacerlo todo con educación, que incluye no escupir al suelo, ya que al hacerlo liberamos cualquier virus que esté en nuestra vía aérea. 

Si ya presentamos síntomas debemos actuar con responsabilidad y seguir las recomendaciones actuales: no acudir a urgencias por síntomas leves. Si actuamos incoherentemente y colapsamos servicios sanitarios de forma innecesaria perjudicamos a la población que realmente lo puede necesitar.

La solidaridad española ha quedado demostrada en muchas ocasiones, siendo necesario una vez más estar a la altura sin entrar en pánico.

Para concluir, nuestra obligación es autocuidarnos y cuidar a nuestro alrededor más inmediato que a la larga servirá para sobrellevarlo de una mejor manera.

En términos de gestión sería trabajar como equipo y cada eslabón de la cadena realizar lo necesario para obtener el mejor resultado para la salud tanto individual como colectiva.

*José Manuel Calderón Meza. Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.