En estos días, el temor por el futuro de las pensiones ha puesto a todos los partidos en posición de firmes planteando diferentes propuestas para reformar el sistema de pensiones.

Sin embargo, por trascendente que sea este asunto, no deja de ser un funesto error que los partidos vuelvan a concentrarse en los mayores dejando de lado a los jóvenes, para quienes no existe una agenda digna de tal nombre.

Y lo es por tres razones:

Primero, porque los jóvenes han sido los mayores damnificados de la crisis. Los datos hablan por sí solos.

Mientras la tasa de paro general ha bajado hasta el 16% en el tercer trimestre, el paro juvenil sigue rondando el 40%.

Al mismo tiempo, la mediana de renta entre los jóvenes ha caído un 20% mientras que entre los mayores ha subido un 5%, creando una nueva forma desigualdad intergeneracional inaudita.

Lo mismo ocurre si hablamos de precariedad o si tomamos en consideración políticas tan gravosas para los jóvenes como el incremento de las tasas universitarias.

«No deja de ser un funesto error que los partidos vuelvan a concentrarse en los mayores dejando de lado a los jóvenes»

Segundo, porque esa brecha tiene consecuencias políticas.

En general se puede hablar de comportamientos electorales distintos si hablamos de jóvenes o mayores.

Los primeros han votado claramente por los nuevos partidos y se han abstenido más, mientras que los segundos han sido más fieles a los partidos clásicos y más disciplinados a la hora de votar.

Eso nos habla de una desafección clara al sistema político que sería suicida ignorar. Igualmente, en Cataluña, el independentismo ha prendido mucho más en los jóvenes y no, no es sólo un problema de adoctrinamiento.

Y tercero, la sostenibilidad de las pensiones no la garantizarán por si solos ni nuevos impuestos ni nuevos cómputos de la vida laboral.

La situación de la Seguridad Social es la factura que los jóvenes están pasando a los mayores por su precariedad, por sus bajos ingresos, por el abuso de los falsos autónomos o de medidas corrosivas como la tarifa plana. Con más cotizantes la Seguridad Social pierde dinero donde antes ahorraba.

Estos datos, pues, nos hablan de una emergencia política y social, en relación con los jóvenes. Una bomba económica, política y demográfica que habría que aprestarse a desactivar. Son los jóvenes, estúpidos.