El equipo médico habitual de los populistas más reaccionarios tarda poco en tachar de ‘uberización’ a cualquier elemento de transformación digital en el mundo empresarial.

Son ajenos, por desconocimiento o conveniencia, a ideas como: saltar adelante en la cadena de valor, poner foco en lo principal del negocio y ceder el resto a organizaciones más especializadas en esas otras tareas, co-crear productos y servicios mediante procesos colaborativos, etc.

Les incomoda cualquier lógica de evolución económica y social que rompa los básicos esquemas que sustentan su rancio discurso. Por ello acaban etiquetando como ‘uberización’ a la innovación y como progresismo al mantenimiento a toda costa de cualquier tradición laboral.

Y por supuesto, detrás de cualquier vestigio de transformación digital de los negocios siempre encuentran la mano negra y la maldad intrínseca de ese mantra que les sirve como origen de todos los problemas, y que les encanta llamar neoliberalismo.

Les incomoda cualquier lógica de evolución económica y social que rompa los básicos esquemas que sustentan su rancio discurso

Los indeseables abusos laborales de los poderosos sobre los débiles ha sido una desgracia y una constante a lo largo de la Historia. Afortunadamente, al menos en los países más avanzados, la explotación impune de trabajadores sin apenas derechos es algo del pasado y más apegado a los obsoletos modelos laborales que a los nuevos entornos de las empresas más avanzadas. No todo está resuelto, pero cualquier persona con criterio equilibrado puede afirmar que en general vamos a mejor y no a peor.


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Asegurar que todo es bueno o malo por pertenecer a la vieja o a la nueva economía, o viceversa, es tan absurdo como vincular las virtudes o defectos a una cuestión de edad. Son los nuevos tiempos y las circunstancias que los acompañan los que nos ponen frente a nuevos problemas y desafíos. Enfrentarse a preguntas nuevas con respuestas viejas lleva a un fracaso garantizado, y eso no es una opinión sino una constatación sobradamente probada.

Enfrentarse a preguntas nuevas con respuestas viejas lleva a un fracaso garantizado

Por eso causa hilaridad, cuando no vergüenza ajena, saber que estos gurús proponen la «ubrerización» como motor de la economía. Es decir, todos a mamar de las ubres del Estado; como si éste no estuviera suficientemente sobredimensionado e hiperendeudado. Como si hubiera por ahí afuera tontos de capirote de sobra dispuestos a seguir pagando la cuenta de las cuentas que no nos salen, porque como país gastamos mal y más de lo que somos capaces de generar.

Casi todos estaremos de acuerdo en que tiene muy poca gracia esforzarse en mejorar cada día nuestro desempeño laboral o tener que batirse el cobre por encontrar un trabajo que no se tiene, mientras algunos viven de la política soltando gansadas como que el paro se terminaría de un día para otro creando millones de puestos de trabajo público.

Uber o ubre, ésa es la cuestión.