Hace ya más de un par de décadas, con el boom de la gastronomía creativa por parte de los grandes chefs, la ciudadanía, cansada de llevar toda la vida probando solo la comida de las madres y abuelas, aunque fuera en restaurantes, empezó a experimentar con la comida fusión, las esferificaciones, la tortilla líquida incluso en vaso, los menús degustación de 15 platitos escuetos pero preciosistas…

Sin embargo, hubo algunos restaurantes de gastronomía tradicional autóctona que decidieron seguir haciendo lo que sabían hacer y dejar pasar el carro de las modas, para ofrecer sus recetas de productos de la tierra, eso que ahora llamamos kilómetro cero, bien elaboradas en sus fogones o brasas y sin excesivas concesiones a la decoración del emplatado.

En el último año, hemos visto cómo ha ido creciendo una tendencia gastronómica que nos lleva de vuelta a los orígenes, al producto-producto-producto, a la materia prima de cercanía y de temporada, a las viandas de pequeños productores, artesanos, agricultores y ganaderos que ofrecen la mayor calidad y a los vinos de las bodegas de las Denominaciones de Origen o Indicaciones Geográficas Protegidas de la región en lugar de priorizar los de otras comunidades.

Y ahí es donde nos hemos vuelto a reencontrar con estos restaurantes clásicos que fueron fieles a sus orígenes y no se dejaron llevar por cantos de sirena de allende los Monegros.


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Mazmorra by Macera: estupendos sus menús Viajero y Degustación para compartir entre cuatro por mesa, por una relación calidad-cantidad-precio y sabor con platos muy bien elaborados, como el chuletón de vaca macerada o el lingote de conejo o sus asados a baja temperatura.

Un restaurante ideal para ir acompañado y dejarse llevar / Mazmorra by Macera

Y, sobre todo, el menú Gastronómico, con nueve pases individuales y elaborado con productos de Aragón, con Denominación de Origen protegida, de KM 0, productos de cercanía de gran valor culinario  Y, para hacer la digestión, sus macerados para gin tonic, además de un vermut que finalista de la Ruta del vermut preparado Cinzano.


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La Taberna Gasca: además de tener una muy buena barra de tapas, ahí, en una esquina del barrio de Las Delicias desde hace más de 51 años, en su carta hay deliciosos huevos rotos, tostas, paletilla de ternasco, auténticos cachopos… y un tremendo chuletón que sale crudo para hacértelo directamente en la mesa a la piedra. Se forma una humareda importante, pero además de divertido, es gozoso.

Los Xarmientos: un restaurante aragonés de lo más elegante, con gran servicio y un par de abundantes menús que se basan en el producto de calidad y las carnes o pescados a la brasa sobre los sarmientos de su parrilla aragonesa.

En el menú aragonés, a compartir, vienen, de centro, tomate con vinagreta de queso, migas a la Borjana con huevo y surtido de Brasa (longaniza, chorizo, morcilla…). De segundo, a elegir, costillas de ternasco o ventresca de atún o xarmientos, o entrecot o pulpo, todo ello a la brasa, y de postre, tarta de manzana con su helado y falso merengue, a maridar con vinos de la tierra.

La Garnacha: otro gran asador que se agradece sobremanera en el Actur, con grandes salones y varios menús del día, de fin de semana y degustación de lo más económico, donde no suele faltar nuestro Ternasco de Aragón IGP o el entrecot de vaca vieja, aunque también sorprenden con otros platos muy elaborados como las alcachofas confitadas en A.O.V.E sobre lágrima de romesco casera, virutas de foie y crujiente de jamón o pescados como la corvina a la parrilla con adobo casero y puré de berenjena asada.

Mesón Martín: en un barrio como la Bozada, donde hay que ir de propio, mucha gente acudía a este mesón popular por sus vermús toreros, ahora servidos en mesas por las actuales restricciones, donde todo el mundo habla con todo el mundo incluso en la distancia. Cuentan con una buena variedad de vinos, tapas icónicas como su “clocleta Mariví” en honor a la matriarca y  una carta repleta de explicaciones que te arrancan la sonrisa además de la alegría de Sergio Martín, propietario y alma hoy del local.

Mesón Martin: donde todo lo que pidas está de campeonato / Mesón Martin

El barullo se acompaña por el sonido de la campana celestial que anuncia las propinas. Sobresaliente su carpaccio de picaña, raciones como las alcachofas o el jamón con chorreras, y sus huevos rotos con foie, tan típicos de nuestra gastronomía.

La Junquera: qué inmejorable espacio para comer carne y verduras a la parrilla recién hecha en una zona amplia y verde, con menús diferentes a elegir para grupos y celebraciones de todo tipo, con distintas estancias que son ideales según la época del año, desde el interior de su cabaña con chimenea, hasta el invernadero acristalado o las mesas sobre el césped para la sobremesa.

Parrilla Albarracín: un clásico que ha renovado su interiorismo para adaptarse a los tiempos sin dejar de dar calidad en sus brasas y en su cocina de mercado. El ternasco lo trabajan incluso en bocadillo con originales combinaciones de ingredientes, deseando estamos volver a probarlos en el Concurso del Ternasco de Aragón.


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La Rinconada de Lorenzo: abierto desde 1970, es famoso por sus asados de ternasco, exactamente la paletilla es su seña de identidad así como los jarretes en guiso. Ambos incluidos en el menú de 34 euros junto a otras especialidades baturras como las migas con longaniza y uvas. También tiene brunch de fin de semana y menús para comuniones.