Un estudio del investigador de la Universidad de Alcalá (UAH) Ignacio Morales-Castilla concluye que un aumento de la temperatura global de 2°C reduciría hasta en un 56% las regiones del mundo que actualmente son idóneas para la viticultura, mientras que un calentamiento de 4°C reduciría en un 85% las regiones aptas para producir buenos vinos.

Es por eso que, las regiones más cálidas en la actualidad –Italia, España o Australia– se enfrentan a mayores pérdidas, si no se adoptan medidas. Y concretamente, las DO (Denominaciones de Origen) aragonesas se verían abocadas a la desaparición.


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La investigación, que acaba de ser publicada en la prestigiosa revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences‘, comenzó en la Universidad de Harvard, donde Morales-Castilla trabajó bajo la supervisión de la doctora Elizabeth Wolkovich y junto a un equipo de colaboradores multidisciplinares.

UNA POSIBLE SOLUCIÓN

Para los dos escenarios de calentamiento se pronostican cambios en las condiciones climatológicas que experimenta la vid durante su desarrollo. Los cambios durante el proceso de maduración afectarían a la calidad de los vinos, haciendo inevitable cierto nivel de pérdida de idoneidad de las regiones vitivinícolas.

Los resultados indican que si se alcanzaran los 2°C de calentamiento global, y no se implementaran medidas de adaptación, el 56% de las áreas vitivinícolas del mundo podrían dejar de ser adecuadas para la viticultura.

Es por eso que los investigadores plantean una solución: permitir el reemplazo de variedades para reducir las pérdidas significativas. Según el estudio, si los productores reemplazasen las variedades más vulnerables por otras mejor adaptadas al clima futuro las pérdidas se reducirían al 24%.


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Por ejemplo, en la región francesa de Borgoña, variedades mejor adaptadas al calor como Monastrell o Garnacha podrían remplazar variedades cultivadas en la actualidad como Pinot noir. En Burdeos, Cabernet-Sauvignon y Merlot podrían ser sustituidas por Monastrell.

Los autores explican que las regiones vitivinícolas con climas más fríos, como Alemania, Nueva Zelanda o el Noroeste del Pacífico estadounidense, no se verían afectadas negativamente en el escenario de 2°C de calentamiento. Una situación radicalmente distinta a la que sucedería en Aragón.

¿EL FIN DE LA VITICULTURA?

El trabajo del investigador se centra en un rasgo clave para la adaptación al clima, la fenología -cuándo se producen las fases clave del desarrollo- de 11 variedades de vid distribuidas globalmente: Cabernet-Sauvignon, Chasselas, Chardonnay, Garnacha, Merlot, Monastrell, Pinot noir, Riesling, Sauvignon blanc, Syrah y Ugni blanc.

En cada una de estas 11 variedades, los investigadores utilizaron registros agrícolas de sus fenologías y modelizaron cuándo se produciría la brotación, floración y maduración, en cada una de las regiones vitivinícolas del mundo, bajo tres escenarios de calentamiento: 0°C, 2°C y 4°C.

Seguidamente, utilizaron proyecciones de cambio climático para determinar dónde serían viables esas variedades en el futuro. Investigaron, además, hasta qué punto el uso de la enorme diversidad de vides podría dotar de mayor resiliencia climática a la viticultura.