Sin duda, una de las plazas más bonitas de toda Zaragoza es la plaza del Justicia. La fuente de la Samaritana (uno de los monumentos errantes de la ciudad), el palacio diciochesco de los Condes de Sobradiel, o el hotel Catalonia, ubicado en un precioso edificio modernista construido por el arquitecto Julio Bravo en 1903. Pero entre los edificios de la plaza, destaca la que sin duda es una de las iglesias más importantes y hermosas de la capital aragonesa: la iglesia de Santa Isabel, conocida popularmente como San Cayetano.

Este templo, símbolo del aragonesismo por su decoración y porque allí están los restos del justicia Don Juan de Lanuza, es propiedad de la Diputación de Zaragoza. Y además, es el epicentro de la Semana Santa zaragozana, ya que desde allí salen o se encierran decenas de procesiones durante los días de Pasión, incluyendo la histórica procesión del Santo Entierro.

UN TEMPLO CONSTRUIDO POR LA DIPUTACIÓN DEL REINO

Santa Isabel es uno de los mejores ejemplos del barroco zaragozano / Hoy Aragón

El origen de este templo barroco hay que buscarlo en el siglo XVII, cuando la Diputación del Reino de Aragón decide levantar en 1678 un templo en honor de Santa Isabel de Portugal, infanta aragonesa casada con el rey de Portugal Dioniso I. Tras llegar a un acuerdo con los padres Teatinos, propietarios del solar, en 1681 comienzan las obras del templo en el solar en el que estos monjes iban a levantar su convento.

El patrón de los Teatinos es San Cayetano, y de ahí el nombre popular de la iglesia. De hecho, tanto Cayetano de Thiene como Andrés avelino fueron consagrados como patrones del templo, ocupando un lugar destacado en la fachada de alabastro.

QUIEN ERA SANTA ISABEL DE PORTUGAL

Isabel fue una infante aragonesa que nació en el Palacio de la Aljafería en 1217. Por ese nacimiento, el patio de Santa Isabel del palacio de la Aljafería toma su nombre. Hija de rey Pedro III de Aragón y de la reina Constanza II de Sicilia, Isabel fue reina consorte de Portugal entre 1282 y 1325 al contraer matrimonio con el monarca luso Dioniso I.

Al margen de intervenir en la política de los reinos peninsulares, Isabel de Portugal se dedicaba a atender mendigos y enfermos, ordenando la construcción de conventos, escuelas, hospitales y refugios para huérfanos. Incluso llegó a repartir fondos del tesoro real entre los pobres.

Precisamente, la leyenda cuenta que cuando llevaba comida para los pobres, su marido el rey la sorprendió, enfadado porque la reina gastaba el dinero en los menesterosos. Entonces, el pan que la reina llevaba en el delantal, se transformó en rosas, pese a que era enero y los rosales todavía no habían florecido. Desde entonces, el monarca portugués, cruel e infiel, permitió a la reina que continuara con sus labores caritativas.

A raíz de este milagro, de sus obras de caridad, y de otros milagros sucedidos tras su muerte, la Iglesia Católica canonizó a la infanta aragonesa. Y su culto, pronto arraigó en todo el reino de Aragón. Y fruto de esa devoción, la Diputación del Reino decidió levantar el templo que hoy sorprende por su preciosa fachada y por la simbología política que podemos ver tanto en el exterior como en el interior de la iglesia.

LAS CLAVES ARTÍSTICAS Y ARQUITECTÓNICAS DE SAN CAYETANO

Los cuarteles del escudo de Aragón visten la fachada de San Cayetano / Hoy Aragón

Sin duda, lo primero que llama la atención de San Cayetano es su fachada de alabastro, ya que salvo excepciones como Santa Engracia, la mayor parte de las iglesias zaragozanas tenían su fachada de ladrillo. No hay más que echar un vistazo a templos como la Magdalena, San Juan de los Panetes, San Pablo, San Felipe o San Gil, para darse cuenta de que el material más utilizado es el ladrillo.

En el caso de San Cayetano, los impulsores decidieron realzar su importancia utilizando alabastro en blanco y en oscuro. La fachada, de abundante decoración en estilo churrigueresco y enmarcada por dos torres en los extremos, es todo un homenaje a Aragón y a sus símbolos.

En la parte superior, la fachada está rematada por el escudo del Reino de Aragón. Bajo este, hay una hornacina con la escultura de Santa Isabel de Portugal en pleno milagro, con el delantal lleno de flores. En el cuerpo inferior, sobre la puerta de acceso por la que vemos salir y encerrar los pasos en Semana Santa, se repite de nuevo el escudo de Aragón.

En los laterales del escudo, se instalaron por separado los cuatro cuarteles que componen el escudo de Aragón: el Árbol del Sobrarbe, la Cruz de Iñigo Arista, la Cruz de San Jorge con las cuatro cabezas de los reyes moros y las cuatro barras del Señal Real de Aragón. Para acabar, flanqueando la puerta, encontramos una hornacina en cada lado para acoger las esculturas de los santos Teatinos Cayetano de Thiene y Andrés Avelino.

Santa Isabel, y el escudo de Aragón, destacan en la fachada del templo / Hoy Aragón

En el interior, el templo tiene planta de cruz griega, algo que tampoco estaba muy extendido en la capital aragonesa. La forma de la iglesia se inspiró en la planta de la iglesia de San Cayetano de Madrid, y en algunos templos romanos. Si miramos hacia arriba, podemos ver una airosa cúpula central, acompañada de otras cuatro cúpulas menores, creando un sistema que sería precursor de las cúpulas que se construirían en la basílica del Pilar. En las pechinas de la cúpula central, volvemos a ver cómo se repiten los cuatro cuarteles del Escudo del Reino.

En el frontal de la iglesia destaca el retablo del Altar Mayor, uno de los más impresionantes del último barroco zaragozano. Creado por José Ramírez de Arellano, el retablo destaca por su policromía y por el uso de mármoles, jaspes y estuco pintado imitando oro. Además de la estatua de Santa Isabel, y de los dos santos, podemos contemplar una escultura del patrón del Reino, San Jorge, lanceando al dragón.

OTROS ELEMENTOS A DESTACAR

El Santo Cristo de la cama, una de las tallas más importantes de la Semana Santa de Zaragoza / Hoy Aragón

Al margen de la arquitectura o de los elementos originales del templo, Santa Isabel guarda otros tesoros históricos y artísticos de primer orden. Para empezar, en San Cayetano, concretamente en un lateral del altar mayor, están los restos de don Juan de Lanuza, el Justicia Mayor de Aragón ejecutado por las tropas castellanas de Felipe II tras las Alteraciones de 1591.

Los restos del Justicia fueron trasladados a esta iglesia el 17 de octubre de 1914 desde el Ayuntamiento de la capital aragonesa. Hoy, sus restos están en una urna junto a la que hay situada una bandera de Aragón.

Junto a la urna del Justicia, destaca la presencia de otro elemento que es clave en la historia de la Semana Santa de Zaragoza: el Santo Cristo de la Cama. Esta talla, elemento fundamental de la procesión del Santo Entierro, se guardaba en el convento de San Francisco hasta la Guerra de la Independencia. Cuando el edificio fue volado por los franceses durante los Sitios, las bombas se llevaron por delante los muros del edificio, y la totalidad de los pasos de la Semana Santa que allí se guardaban.

Tan solo se salvó de la destrucción el Cristo de la Cama, rescatado de entre las ruinas por María Blázquez. Temporalmente, y durante el trascurso de los Sitios, el Cristo de la Cama fue depositado en el Pilar. Y posteriormente, fue llevado a San Cayetano, donde está custodiado por la Real Hermandad de la Sangre de Cristo durante todo el año. En Semana Santa, tras la procesión del Santo Entierro, el Cristo de la Cama es expuesto a los fieles en un altar que se monta en el altar mayor, rodeado de una exposición de parte de los pasos que desfilan por las calles de la capital aragonesa durante la semana de Pasión.