Se acababa de casar un amigo de Calamocha y habían decidido continuar la celebración en una conocida discoteca zaragozana. Eran cerca de las seis de la madrugada del 30 de septiembre de 2018 cuando Manuel decidió salir a tomar el aire y fumar un cigarro. 

«En aquel instante, en apenas uno segundos, Manuel dejó de ser Manuel», Cuenta Pedro Roche, su abogado y amigo de la familia. En ese instante, Daniel acababa de ser expulsado de la discoteca por los porteros, con quienes mantenía una acalorada discusión. Llegó incluso a enfrentarse con su grupo de amigos mientras increpaba a los vigilantes en la puerta y en varias ocasiones. 

El destino quiso que Manuel y Daniel se encontraran a unos metros. «Intermedió para evitar que siguiese alterado y le dijo que lo dejase estar», recuerdan testigos del suceso. Pero Daniel no se marchó y, lejos de cejar en su empeño, propinó dos duros puñetazos a Manuel, dejándole en el suelo sobre un charco de sangre. «El traumatismo que le produjo en la cabeza le dejó 30 días en coma. Suerte que todavía está vivo», recuerda Pedro. 

Desde aquella madrugada, Manuel luchó por su vida y estuvo más de 300 días hospitalizado en Zaragoza y Badalona. «Imagínate a sus padres, personas trabajadoras de un pueblo de Aragón que, de pronto, tienen que irse a Badalona, una gran ciudad, donde no conocen a nadie, para estar con su hijo, que sigue en un estado delicado«, se sincera su abogado y amigo de la familia en Calamocha. 

«MANUEL YA NO ES MANUEL»

«Es como si aquellos dos puñetazos le hubiesen metido todo hacia adentro», relata Pedro. Ahora Manuel, que apenas tiene 30 años, es más introvertido, sale poco y apenas se relaciona. «A veces sale con algún amigo y eso alegra mucho a sus padres, con quienes vive, pero al rato vuelve a casa y se sienta en el sofá a ver la tele», explica este amigo de la familia.

Manuel tenía ganas de vivir y un futuro, incluso deportivo. «Le habían hecho ficha para 3 años en el Club de Fútbol Calamocha, pero no va a cumplirlo porque no puede hacer deporte», añade Pedro. «¡No sabes la fuerza y alegría que tenía este chaval!», explican sus compañeros de un equipo de fútbol sala en Lechago. Estudió y tenía capacidad para ser profesional y trabajar, pero ahora va encadenando trabajos en los que no dura mucho. «Se queda bloqueado con algo que está haciendo, y se va», asegura Pedro. Su padre se acaba de jubilar y vive pendiente de la evolución de su hijo. «Hay que estar detrás de él, y su padre lo hace. Le permite cosas porque Manuel es muy cabezón. Discutiría con su hijo pero prefiere no hacerlo», afirma Pedro.

La juez acaba de dictar sentencia contra Daniel, el autor de esta agresión. Seis años de cárcel y siete en los que no puede aproximarse o comunicarse de ninguna manera con Manuel. En la sentencia también se exonera de responsabilidad a la discoteca y a su servicio de seguridad. «La parte penal se asemeja a lo que pedíamos, pero en la responsabilidad civil quizá recurramos porque creemos que la discoteca si que tiene responsabilidad en lo sucedido, puesto que la agresión se produjo en las escaleras que son también parte del local«, explica Pedro Roche.

Manuel tiene mucha vida por delante y, según sus allegados, se ha encerrado en sí mismo. «Nos preocupa que no salga de su interior. Manuel ya no es Manuel; sus padres me lo dicen, pero entre todos vamos a intentar que día a día pueda salir adelante», sentencia Pedro.