El último ataque lo sufrió el Cristo de los Milagros en una de las diez capillas secundarias de la Basílica del Pilar. En presencia de otros feligreses una mujer de unos 60 años arrancaba a tirones diez centímetros del paño de pureza de este Cristo. 


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Será el Cabildo quien tenga que valorar daños y denunciar a esta mujer, de la misma forma que hizo la Iglesia en La Seo de El Salvador, tras la aparición de varias pintadas en su fachada. Un atentado contra el patrimonio histórico.

Sin embargo no solo hablamos de vandalismo puntual ni ataques producidos por algún fiel que la toma con lo que no debe. La Basílica del Pilar es también un símbolo del cristianismo y de la Iglesia católica, por ello ha estado y sigue estando en el punto de mira. 

En febrero de 2029, un joven marroquí de 26 años con antecedentes por adoctrinamiento y difusión de material del DAESH por internet, se fotografió en el puente de piedra con una bandera del Estado Islámico delante de este templo mariano, uno de los más relevantes de Europa.

Una señal de desafío a la cristiandad por parte de este grupo yihadista radical. Al igual que lo es la Sagrada Familia en Barcelona, que ha sido objeto incluso de intentos de atentado de células terroristas sin éxito.

Este marroquí fue enviado a prisión tras demostrarse que estaba vinculado a grupos radicales de Zaragoza y Barcelona. Seis años antes se produjo el que quizá ha sido el ataque más llamativo y que más repercusión ha tenido desde agosto de 1936, cuando un avión lanzaba tres bombas sobre la Basílica, dos se las cuáles cayeron dentro sin explotar y dañaron las pinturas de Goya, frente a la Santa Capilla.


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En 2013, diez días antes del Día de la Hispanidad y de la Virgen del Pilar, un grupo de anarquistas. Concretamente dos activistas chilenos con antecedentes y pertenecientes a un grupo considerado ilegal por la UE. Se trató de Francisco Javier S. y Mónica C., apodados «Cariñoso» y «Moniquita» respectivamente. Aquella mañana, este matrimonio de ideología radical preparó un artefacto explosivo casero que detonaron en la nace central de la Basílica, junto a una fila de bancos, hiriendo a una mujer.

Estos radicales anarquistas también atacaron la Basílica de Montserrat. Su intención, como explicaron después en un comunicado, fue la de «desatar un desmadre generalizado».

Cada uno de ellos fue condenado a cinco años de cárcel por un delito de lesiones terroristas y a otros siete años por otro de daños terroristas, además de obligarles a indemnizar conjuntamente a la mujer herida con 22.775 euros y con 182.601 euros al cabildo de Zaragoza por los desperfectos.

«ATENTADO SALVAJE»

«Un atentado salvaje». Así titulaban los periódicos de Zaragoza hace 85 años y cinco meses. Aquel 3 de agosto la ciudad se consternó por el ataque, y muchos levantaron la voz ante aquella falta de respeto, a pesar de estar viviendo una guerra y de ser Zaragoza una capital muy bombardeada, sobre todo desde aviones que salían casi a diario de Barcelona.


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Las dos bombas que atravesaron la cúpula de la Basílica siguen a la vista de todos, recordando la crueldad y sinrazón de las guerras y evocando a la Virgen del Pilar, a la que muchos devotos consideran como la responsable de que aquellas bombas no consiguiesen su objetivo detonando su carga dentro del templo.