La historia de Leire es una de las más de 200 que podrían contarse en Aragón sobre menores que ven como en un momento su vida se rompe. Esta niña apenas tenía 10 años cuando sucedió. Su madre, Raquel, era asesinada por su padre, David, quien permanece en prisión desde el crimen, en junio de 2018. Condenado a 23 años de prisión, perdió la patria potestad sobre su hija y la posibilidad de verla o hablar con ella.

Imagen de Raquel D., víctima de violencia de género en 2018 y madre de Leire / HOY ARAGÓN

«Es una situación similar casi a perder a tus dos progenitores en un accidente de tráfico; de pronto, te quedas solo», replica Noé Gabás, abogado de la familia de Raquel, y que cinco años después mantiene una relación personal y profesional con la familia materna de la pequeña. «En aquel momento la niña declaró y explicó al tribunal que quería quedarse con su abuela materna».

Lo cierto, recuerda este abogado zaragozano, es que Leire tuvo suerte. Tenía una familia con la que quedarse, con la que tenía desde muy pequeña una estrecha relación. «Lo tuvo claro desde el principio y su abuela, Mari Ángeles, fue su madre desde entonces», dice Gabás. Fue entonces cuando parecía que la vida de Leire se reiniciaba y lo hacía con un futuro a la vista.

«El Estado te da recursos psicológicos y también económicos pero luego ya quien realmente mantiene al menor y consigue que salga hacia adelante es la familia», reconoce este abogado, que fue el artífice de un hito legal que todavía se recuerda. «Leire fue la primera menor aragonesa en recibir la ayuda para huérfanos de violencia machista año y medio después de que el Estado la aprobase», recuerda Gabás.

Tuvieron que rellenar el mismo formulario para el Ministerio de Hacienda y para el de Administraciones Públicas. Burocracia y papeleo que dio sus frutos casi dos años después de solicitarse. «No es que no la hubiese pedido nadie hasta entonces, es simplemente que las familias no lo sabían. Desconocían que tenían derecho a pedir esa ayuda para las segundas víctimas, los hijos», admite Noé Gabás.

Casi al mismo tiempo, Gabás pedía la guarda y custodia para la abuela materna de Leire. «Desestimaron que se quedara con la familia paterna, que también lo pidió, por las circunstancias personales de ellos. El juez decidió que se quedara con Mari Ángeles, y la niña también», añade.

Pero pasó lo que nadie quería que pasase. Tras cinco años de remontada y tras apreciar los psicólogos que Leire podía seguir adelante, de nuevo, la mala fortuna se cebó con esta niña. «Mari Ángeles murió hace unos meses y la vida de Leire volvió a alterarse de nuevo», dice este abogado penalista.

La hermana de Raquel tomó entonces cartas en el asunto. Ya lo había hecho antes yendo en muchas ocasiones a estar con su sobrina. Tras la muerte de su madre, Ruth decidió dejar la ciudad oscense en la que residía, su trabajo y su entorno e ir a cuidar de su sobrina. «La vida de Ruth ha cambiado por completo pero la decisión ha sido personal; tanto ella como su otro hermano han estado muy pendientes de Leire desde aquella trágica noche de junio», añade Gabás.

UN NUEVO PROCESO JUDICIAL

Esta batalla por el porvenir de Leire no ha terminado. Lo hubiera hecho si Mari Ángeles, su abuela, no hubiese fallecido. Dentro de una semana, Gabás se presentará en representación de la familia de Raquel de nuevo ante un juez para pedir la tutela de la niña a cargo de su tía. «Tiene la provisional pero ahora hay que pedir una permanente», recuerda el abogado.

Ahora Leire, en apenas cinco años, ya tiene una nueva madre, su tía, con la que habla de casi todo; su amiga y confidente que hablando con su abogado recientemente le decía: «Si la niña que ya tiene 14 años busca respuestas y quiere conocer a su padre yo no se lo podré impedir pero le recordaré que mi obligación es no recomendárselo, puesto que soy la hermana de Raquel».

Ahora Leire está bien, parece haber superado los baches y quien ha estado a su lado para ayudarle ha hacerlo ha sido su familia. «La realidad es que el Estado tiene sus mecanismos y los pone a tu disposición al inicio del caso. Después nunca te vuelve a llamar para preguntarte qué tal estás; si sales y superas el bache, es por tu familia y si no la tienes, como cualquier huérfanos, actuarán los Servicios Sociales», sentencia Gabás.